Escuchando los nuevos discos de Yeasayer (Odd blood) y These New Puritans (Hidden) compruebo dos cosas:
1) Que es cada vez más cierta la hipótesis del ya célebre artículo de Simon Reynolds sobre los "noughties". Esa que afirma (entre otras cosas) que cada vez consumimos más música "decente" ("mejor hecha", entiendo yo) pero menos "sustancial". Y 2) que gran parte de lo que podríamos llamar "avanzada" del rock (aquel sector de grupos que parecen estar corriendo un poco las fronteras de géneros y mixturas) giran en una órbita de abstracción cada vez más impenetrable.
En el caso de los brooklynianos Yeasayer, tal vez sería más apropiado referirnos a su primer disco, All Hour Cymbals (2008). Un producto netamente de ésta época, con referencia obligada al deconstructivismo abstracto de Animal Collective, por un lado, y la búsqueda casi obsesiva de una originalidad que levante la cabeza en medio de la sobrecarga de información. Esa que lleva a descubrir (cada semana!) nuevos sub-sub -sub géneros y mixturas hasta ahora desconocidas.
En el caso de Hidden, estamos ante una música de extremos: corre en busca de una originalidad extrema (tal vez lo logre) pero al precio de girar en unos niveles de abstracción que la vuelven prácticamente inaprensible. Fría, distante, imposible de interactuar con ella. Y mucho menos, de ser apropiada. Como oyentes nos quedamos fríos como un témpano.
A la lista de este post rock abstracto pero correcto ("decente", en términos de Reynolds) se pueden sumar muchísimos nombres, más acá o más allá en el territorio de lo pop. Pero con la misma sensación de música "bien hecha" que nos deja afuera, inconmovibles.
Habrá que pensar cuáles son los términos y características de eso que llamamos "abstracción". Continuará.
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