viernes, 27 de marzo de 2009

Top Five: 5 discos de soul/ funk

1) Gil Scott Heron, Reflections (1981)
Con esa tapa, por Dios, no habría más que agregar. Uno de los mejores álbumes de Heron, incluye "Gun", temazo.





2) WAR, Platinum jazz (1976)
Esta es una recopilación de los WAR, con temas de 1976-77, creo. Hay de todo: ultra funk tribal (War is coming! War is coming!), baladas melosas de audio impresionante (Slowly we walk together) y largas jams instrumentales para manejar bajo el sol. Una de las grandes bandas ninguneadas de la historia del rock.

3) Stevie Wonder, Innvervisions (1973)

No mucho para decir, un ultra clasico. Demasiado disco. Demasiada inspiración en un solo hombre. ¿Qué tomaba Stevie entre el 72 y el 73 para sacar estos discos? En llamas.


4) Sly Stone, There´s a riot goin´ on (1971)

El mejor de Sly y sus muchachos.






5) Marvin Gaye, Here my dear (1978)
El agridulce disco de "divorcio" de Marvin, cuyas regalías tuvo que ceder a su ex esposa. Un doble LP lleno de momentos sublimes, con voces dobladas al infinito y funk espacial. La gran joya oculta de M. G.

Discos: Tango: zero hour (Astor Piazzolla, 1986)

TANGO + TRAGEDIA + COMEDIA + QUILOMBO: NEW TANGO

Astor Piazzolla tenía algo con la medianoche, o con el momento inmediatamente posterior a ella. Uno de sus temas más conocidos fue "Buenos Aires hora cero". Y ya casi al final de su carrera parió esta maravilla de disco que es "Tango: hora cero". "Una hora de absoluto final y absoluto comienzo", en sus propias palabras.

La formación aquí es la del Quinteto Nuevo Tango. Una alineación química de alta gama entre Piazzolla, Fernando Suárez Paz (violín) Pablo Ziegler (piano) Horacio Malvicino padre (guitarra) y Héctor Console en bajo. Según lo describen los propios músicos en las liner notes de la edición de Nonsuch Records, "un grupo cosmopolita y reo, erudito y apasionado, elegante pero también muscular".

"Zero Hour" contiene siete temas, muchos de ellos reversiones y actualizaciones de piezas anteriores (algo típico de Piazzolla). El Quinteto suena versátil y plástico, ágil y con fuerza a la vez. Nunca machacante, pero sí con una firmeza envidiable. Parece que flotan, que corren, que se serenan. Que dentro de un mismo tema son capaces de lograr varios matices y estados de ánimo. Como si las estructuras (que las hay) no existieran. En ese sentido, hacen acordar al trío de Bill Evans de los "Paris Concert", con Evans, Marc Johnson y Joe La Barbera. Esos también tocaban como si no hubiera forma. Volando.

"Zero hour" fue grabado en New York, ciudad donde Astor pasó años decisivos de su infancia entre 1924 y 1936. Allí su padre le regaló su primer bandoneón y el pequeño dio sus primeros pasos con el fuelle, además de meterse en peleas callejeras con otros chicos y escuchar desde la vereda tocar a Cab Calloway, en Harlem. Entre otras cosas.

50 años después Piazzolla volvió a New York, ya con prestigio internacional (menos en Argentina) para grabar lo que él mismo consideró su obra maestra: "el mejor disco que he hecho en mi vida. Pusimos nuestras almas en él. Este es el disco que le puedo dar a mis nietos y decirles esto es lo que hicimos con nuestras vidas" contó alguna vez. Todo el set es de altísimo nivel, pero si hay algo para recordar acá, esas son "Milonga del ángel", "Concierto para quinteto" y "Contrabajísimo"

Bonus personal
No es difícil emocionarse cuando en una mega disquería Virgin de París -como me pasó hace añgunos años- uno se encuentra con una interminable batea dedicada pura y exclusivamente a Piazzolla. Una especie de orgullo porteño es inevitable. Porque esta música es y será la música de Buenos Aires. La que debería sonar en cualquier carta de presentación de la ciudad, desde el aeropuerto de Ezeiza hasta los taxis. Una música muy nuestra y muy actual y con todo el futuro todavía por delante.

Tengo varios discos de Astor, inclusive joyas en vinilo que me cedió mi viejo, como los del Noneto (1971-72) o el Concierto en el Carnegie Hall. Todas ellas grandes grabaciones. Pero "Zero Hour" es un descubrimiento tardío que valió la pena. Chequear la otra joya que grabó el Quinteto, "La camorra".


Bonus: tracklist de "Tango: zero hour"
1- Tanguedia III
2- Milonga del ángel
3- Concierto para Quinteto
4- Milonga loca
5- Michelangelo´70
6- Contrabajísimo
7- Mumuki.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Gestualidad (I)


Escribo esto escuchando "Get ready", el disco "regreso" de New Order, de 2001. Es un buen disco, creo. Pero el dato es anecdótico. Escuchándolo, se me disparó una idea que abarca a muchos otros discos, de ahora y de antes. Idea que además me da que pensar sobre la música actual, y sobre por qué estamos tan descontentos con la baja calidad de los discos que vienen saliendo en los últimos años. Bah, eso es lo que suelo escuchar muchas veces de los amigos (y a veces me sumo yo al coro de llorones).

Se me ocurrió pensar que estamos en una época en la que se graba con demasiado "gesto". Y ese gesto satura lo que escuchamos.

Se graba con demasiada energía puesta en demostrar. Algo. No importa qué. O a veces sí que importa, pero no voy a eso. Hay una energía -en los grupos que están grabando hoy- demasiado cargada de información "del contexto". Están (estamos) tan sobrepasados de información, que un gran primer paso consiste en desenmarañar lo que sive y lo que no. Y de ahí, otras fuerzas puestas en juego: querer diferenciarse, querer citar, querer siempre gestualizar la acción.

De alguna forma, me pregunto ¿eso no sobrecargará el sonido mismo? Las intenciones, los discursos excesivos, etc. ¿no hacen la música, lo que escuchamos, más denso?

"Get ready" es un disco de ESTA época, de un grupo que supo grabar discos en OTRA epoca, donde parecía que los músicos grababan en laboratorios donde sólo se concentraban en lo suyo. Una época donde no solo había más tiempo "material", sino también "filosófico", o "espiritual" (por llamarlo de algún modo) para poder darse el lujo de pensar en lo que uno estaba haciendo.

Etc.

Continuará...

Discos: Three of a perfect pair (King Crimson, 1984)

Género: el último de la trilogía de colores del Rey Carmesí.

Tal vez la "trilogía de colores" sea de lo más flojo que grabó King Crimson, pero aún así se rescatan valiosos en cada uno de esos discos.

Todos sabemos de que discos hablamos, pero repasemos: "Discipline" (el rojo y tal vez el mejor, de 1981) "Beat" (el azul, del 82) y el que cierra la serie y nos ocupa hoy, "Three of a perfect pair", de 1984.

Habría que decir, antes que nada, que los 80, en general, fueron bastante flojos para dos tándems de músicos: los songwriters o solistas clásicos (Neil Young, Dylan, Lou Reed, Clapton) y los supergrupos de los 60 y 70 como Queen, Sabbath y Aerosmith, entre otros. King Crimson no fue la excepción, aunque salvó las papas con lo justo. 

Al igual que otros "supergrupos", el Monstruo/ Pesadilla comandado por Robert Fripp intentó "aggiornarse" un poco al sonido sintético de los 80´s. El resultado fue desparejo, a la vista de esta trilogía

Lo cierto es que "Three of a perfect pair" sigue sonando transitable hoy día. Será que con los años estamos menos pretenciosos y preferimos los discos amables, que se dejen escuchar de corrido. Lo que no es poco.

Es cierto que los anclajes ochentosos desalientan un poco. Al parecer, esa eterna búsqueda sonora de Crimson se estaba adaptando al  esquema de la música pop. 

Por momentos logran buenos resultados en ese terreno ("Three of a perfect pair"- el tema- la bellísima "Mate Kudasai", de "Discipline", "Heartbeat" en "Beat"). En los peores casos suenan como unos Talking Heads desajustados y pasados de pastillas (volviendo a este disco, por ejemplo, en "Model Man", un tema totalmente intrascendente).

Pero repuntan con ese híbrido único que es "Sleepless", otrora cortina musical del noticiero del viejo ATC, el canal estatal argentino. El tema maneja un clima que aterra. Hace honor a su letra sobre estados alterados, manejando distintas voces entre la paranoia insomne del narrador y la calma que le propone su "otro yo". Chequear la excelente versión en el bootleg "oficial" en vivo en Argentina "B´BOOM" (1995).

Entre ambos lados de la edición vinilo flotan dos instrumentales que descomprimen un poco el ambiente: "Nuages" e "Industry". En éste último caen en cierta autoindulgencia intentando recuperar aquella mística de zapada iluminada que era el motor creativo de discos totalmente fuera de foco como "Starless and bibble black" (1974). Aquí, la combustión no aparece.

Pero el balance final es aceptable, y tras un primer lado conciso y de "temas", el lado 2 propone un viaje un poco más psicodélico, en la vieja escuela, con buenos momentos y algunos baches que mejor pasar por alto.

King Crimson 80´s
Adrian Belew, Robert Fripp, Tony Levin, Bill Brufford. 

Los otros hermanitos del "par perfecto": "Beat" y "Discipline".

viernes, 20 de marzo de 2009

Discos: Tanx (1973)



Este es el disco que T. Rex grabó en 1973, inmediatamente después de la dupla ultra ganadora Electric warrior/ The slider. Como siempre, la compañía tenía altas expectativas de que Marc repitiera el éxito de los discos anteriores, pero eso no sucedió. Tampoco la crítica fue benévola, en su momento, con "Tanx".

Si bien es cierto que el álbum no tiene el poderío compositivo de The Slider, de todas formas, funciona. De hecho, reseñas más actuales señalan a Tanx como el último buen disco de Bolan. En los años posteriores vendrían esfuerzos un tanto flojos (Futuristic dragon, Bolan´s zip gun, etc.). Solo se salva, tal vez, el disco final de Marc, "Dandy in the underworld" (1977).

Pero Tanx...es un lindo disco, de veras. Tiene algo que lo hace llevadero, ahí donde The Slider, por ejemplo, apabulla. Todo el primer tramo del disco (Tenement lady, con su parte doble; Rapids, la encantadora Mister Mister, Brokean hearted blues)corre de maravillas.

De todas formas, habría que decir que entre 1971 y 1973, en general, el bueno de Marc estaba- literalmente- "en llamas". Porque también están los singles que no quedaron en los discos, como el tremendo "20 th century boy".

Las canciones de "Tanx" son muy simples, y dan perfecta cuenta de lo que Bolan entendía por "rock": electrificación, ritmo, golpe y groove. En el disco, además, aparecen algunas cuerdas y teclados que se acoplan muy bien con la banda, que toca afilada y precisa.

Cada tanto el rock se ve en la urgencia de volver a sus fuentes, a su ADN.

T. Rex sigue siendo un monstruo (valga la tontera) bastante raro de clasificar. Un momento verdaderamente freak en la historia del rock.

Apostillas

* "Tanx" fue producido por Toni Visconti.
* En "The street & babe shadow" toca el saxo Bowie.
* La foto de tapa de "The slider" fue sacada por Ringo Starr, amigote de Bolan.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Discos: Junior, Royksopp (2009)


"Junior" arranca arriba y feliz, con la breve "Happy up here". Ahí están esos cambios de tonos marca registrada de los noruegos. (6/10)

"The girl and the robot" presenta una estructura pop, de "tema". Sigue el tempo arriba. Hasta acá el armazón general es simple y directo. Bastante lejos del barroquismo del disco anterior. Sin embargo, consiguen volar, como en sus mejores momentos. A partir de los 3 minutos el tema se eleva. (8/10)

"Vision one" arranca como los momentos más reposados del ensoñado disco debut, "Melody AM". Cascadas de luz flotando en el espacio. Después arrancan con un funk espacial que usa la base del "Too high", de Stevie Wonder ´73. Voces femeninas con vocoder, melodía. Un mid tempo para empezar a encauzar el disco. Un poco largo, tal vez. Hacia el final una leve trombosis cacofónica eleva todo hasta desaparecer. (6/10)

Enseguida cae "This must be it", como para retomar el up tempo inicial. Canta la chica que canta los temas del disco anterior (Karim Dreijer, de The Knife, ahora Fever Ray). Una voz inquietante. En realidad, para este disco se rodearon de un team de chicas pop (la sueca Robyn, Likke Li, Karim y Annell Drecker, que ya cantó en Melody AM). En este track vuelven a flotar, bien arriba. Insisto, hasta acá parece un disco mucho más "al grano" que el anterior. Más directo y menos florido, también. (7/10)

"Royksopp forever" es el primer slow temp del álbum. Acá vuelven a probar esos climas entre melodramáticos y naif que a mi particularmente no me conmueven demasiado. Primer momento del disco en el que me aburro un poco...(5.5/10)

Llegamos a la mitad con el track 6, "Miss it so much". Sonoramente, incluyen todos los soniditos que ya mostraron en los discos previos. Un mid tempo demasiado lavado. Primer tema que saco antes de que termine. (5/10)

"Tricky tricky" vuelve a levantar. El tema se va abriendo como una flor, haciendo entrar rayos sonoros insospechados. A partir de los 4 minutos entran en otro universo y el tema se vuelve definitivamente otra cosa. Cuando parece que van a volver a cargar, la canción se desvanece ¡Vuelven a interesarme! (8/10)

"You don´t have a clue" también parece sacado de "Melody AM". Liviano, etéreo, con peligro de caerse a lo lavado (una constante de varios pasajes del disco, y un peligro que siempre acechó a Royksopp). Sin embargo, entran unos teclados fantasmales que no esperábamos y la flotación está asegurada otra vez. (6.5/10)

Track 9: "Silver cruiser". El disco entra en su tramo final y se cae un poco por lo que decíamos más arriba. Lo que en "The understanding" se sorteaba alternando climas -entre el suspenso y la levitación- en este "Junior" se empantana (o mejor, se satura de edulcorante) pasados los primeros 20 minutos. Este es un clásico instrumental flotante. No está mal, de todas formas. (7/10).

Tramito final, con "True to life", con esos ritmos nerviosos y entrecortados que parecen esperar siempre un tiempo más para largarse. Clima de suspenso...¡Bien! Sorprenden de nuevo sobre el final, cuando el disco se diluía. Gran momento, uno de los picos (sino "el" pico) del álbum. (9/10)

El cierre es con "It´s what i want", un bonito tema que de solo fluir por los auriculares, me hace feliz. Hay voces todas juntas, que cantan:

All that I want is keeping it easy...

Y...resumimos

* Junior se despliega en 51 minutos y 11 temas. Algunos tracks parecen necesitar un recortecito.

* Auscultar un disco así, digamos, "tema por tema", tiene sentido en grupos como Royksopp, ya que ellos son de ese tipo de bandas que se dedican a armar, precisamente, "discos", recorridos enteros, y no simples temas. Por eso también la insistencia en los momentos, las caídas y los picos del álbum. A otros no se lo pedimos ¡con ellos, somos exigentes!

* Si pudiéramos resumir, diríamos que el disco no aporta nada sustancialmente nuevo, salvo cierto transplante de las cosas en las que ya habían innovado hasta ahora a una estructura de temas un poco más lineal (al menos en el primer tramo).

* Hacia la mitad, la cosa edulcorada gana la partida y "Junior" se cae un poco por su propio peso específico. Como si el análisis de glucosa les diera un poquito saturado.

* Pero los últimos tracks dejan la esperanza intacta. Un tropezón no es caída. Siguen siendo de lo mejorcito que anda dando vueltas.

Mes vacances a Rio


Estuvimos en Bahía y en Río.

En Bahia todo es samba reggae y otros derivados horrendos de los que desconozco clasificación. Y es todo el tiempo así. Arriba. Muy arriba.

En Brasil en general, conviven con la idea de músicas mezcladas. Un bar tiene puesto algo, y el de al lado otra cosa. Las dos a altisimo volumen (otra característica general). Todo eso se mezcla a cada paso que das.

En Bahía todo lo que sonaba eran discos grabados en vivo, donde el cantante se la pasa arengando a la gente, hasta el hartazgo. Se ve que suenan bien, y que los músicos (sobre todo bateristas y bajistas) son tremendos. Pero la música es horrorosa. También hay DVDS con eso. ¡Ni en el catamarán al Morro de Sao Paulo nos dejaron en paz, y lo ponían a todo lo que da, a las 9 de la mañana!

El uso cultural de la música, en Brasil, es autorreferencial, todo el tiempo. No descansa. Es Brasil,Brasil, Brasil, Brasil. Recorriendo los barrios, entré en pequeñas disquerías (hay muchas de vinilos). "Bueno" pensaba yo, "acá voy a escuchar otra cosa". Error. Más Brasil. Por ahí era un Caetano, un Jorge Bem. Pero era Brasil.

Me irritó un poco tanto chauvinismo. Me hizo odiar un poquito esa música que en realidad, siempre me gustó.

Garoto en Ipanema

En Río dejé de escuchar esos discos horribles arengando, pero no dejé de escuchar "Brasil". Tienen unas disquerías impresionantes, realmente muy bonitas. Encontré una en Barata Riveiro (The Modern Sound) con dos pisos y un subsuelo enteramente dedicado a los vinilos. Creo que pocas veces vi tantos LP juntos. Unos negros estaban escuchando algo ultra funkero de Tim Maia y hacian "air bass" siguiendo el groove 70´s.

En el mp3 del celular yo había llevado Animal Collective, Laura Nyro, el nuevo de Eno-Byrne, algo de Massive Attack. Sonaron como música venida de otro planeta.