viernes, 30 de octubre de 2009

Discos: Neo Geo (1987)

1.
Los discos de Ryuichi Sakamoto (en especial sus obras maestras de comienzos de los 90´s como Beauty o Heartbeat) ya forman parte de esa especie de cánon prefigurativo de mucha de la música que vendría después.

Si bien algunos de los sonidos que escuchamos en sus discos pueden sonar algo perimidos hoy (gajes del oficio del lenguaje electrónico) es probable que algunas ideas alojadas allí todavía puedan abrir mundos posibles de música. Será cuestión de revisarlos y repensar.

Y si no es eso, en el fondo se trata (en muchos momentos de estos discos) de gran música, de esa que perdura por el simple hecho de ser buena. ¿Es posible hablar de buena, mala y gran música? Claro, si hablamos de Sakamoto, es posible.

Massive Attack, St. Germain, Tricky, Bjork, Richard James, The Orb, Jamiroquai, Sakamoto: nombres más, nombres menos, el team de los que prefiguran y delinean la música de los 90´s y posteriores.

2. La música del mundo

Sakamoto tuvo la pretensión de componer y grabar la música total, la verdadera "world music". En ese audio entra todo (sobre todo, las ciudades y su tráfico humano y tecnológico: el auténtico sonido urbano de caos y armonía, de sistema de tránsito y de belleza, todo junto).

Uno se imagina viajando y llevando esta música y que funcione en cualquier sitio.

Están las exóticas (para nosotros, claro, imaginen un 1987 pre I-SAT) "melodías orientales"; está el embrión del hip hop, los samplers, "la música con computadoras" (guau!), pero sobre todo está ese elegante maquillaje netamente Euro que lo perfuma todo, en la música de Ryuichi.

Están las calles de París, de Tokyo y de New York, todas, en una misma música.

3.
A la altura de Neo Geo, Sakamoto no era ningún novato. Venía de formar parte de la Yellow Magic Orchestra y ya habia sacado no menos de ocho discos en solitario, incluidos los de su otra veta compositiva, los soundtracks. Pero fue a partir de éste álbum que su nombre empezó a sonar fuerte a nivel mundial.

Recuerdo ver decenas de veces el video de "Risky" en el único canal de videos que se podía ver acá en Argentina, el viejo Music 21. Era una música muy global, muy sexy y nueva. Y sobre todo nos preguntábamos ¿qué hace Iggy Pop cantando ahí?

Si miramos su duración, Neo Geo es algo así como un EP. Apenas ocho temas, en 34 minutos. Para mi gusto rankea un poco por debajo de esos otros grandes discos de Ryuichi, pero se trata de un buen álbum de todos modos.

Playlist/ tracks

Después de una corta y elegante intro al piano con Before long, entran los ritmos ondulantes (chequear esos heterodoxos bajones y subidas del volumen) de Neo Geo. Por su parte, Risky es una pieza de art pop inigualable en elegancia, cadencia y audio. Prefigura, además, la cruza de artistas de distintos géneros y escuelas tan 90´s y el coqueteo soul/ cool que es el trasfondo del primer Massive Attack.

Free trading es el sonido del mundo moderno. Se trata de uno de los mejores momentos del álbum, en una pieza derivativa que respira la libertad creativa y el placer de hacer música. El corazón creativo de Sakamoto está acá: una música que es un paisaje, un fragmento de mundo total.

Shogunade es tal vez uno de los temas donde más se nota cierta obsolencia de materiales. Una especie de funk hi tech que hoy podríamos desechar como anticuado. Tal vez el momento más flojo del álbum. Parata retoma los tonos medios. Esto es música de bares hi tech, claro. O de exposiciones de arte. Hay, otra vez, una intención de elaborar música por el placer de hacerlo (si fuera posible decirlo así, sin "discursos", aunque ya lo sabemos, ésa es su política).

Okinawa song- Chin Nuku Juushii es uno de esos clásicos ejercicios (hoy, cínicamente, podemos verlo como algo un tanto naif) de Ryuichi en los que se mezclan melodías orientales (más precisamente de Okinawa) con una estructura rítimica más cercana a nuestros oídos "occidentales". Hay mejores exponentes de estas mezclas en Beauty (1990) sin ir más lejos.

Y apenas queda tiempo para el cierre, con la elegancia europea de After all. Y ya. A volver a darle play y recomenzar.

Bonus

* Para Neo Geo, Ryuichi reunió un dream team impresionante de músicos que incluyó a Bootsy Collins en bajo, Tony Williams (aquel célebre batero del segundo quinteto de Miles Davis en los 60´s), Clive Smith, Sly Dunbar (chequear discos de Peter Gabriel), Iggy Pop y el errático Bill Laswell, entre otros.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Discos: Flowers in the dirt (Paul Mc Cartnet, 1989)


La carrera solista de McCartney venía perdiendo fuerza, con varios discos anodinos. El último eslabón de esa caída libre fue el mediocre "Press to play", de 1986. Un álbum que no funcionó ni para el público ni para la crítica.

Ante ese panorama, Sir Paul decidió reagrupar fuerzas, tomar aire y volver a barajar. El resultado de un año y cinco meses en estudios fue "Flowers in the dirt", un caleidoscopio pop que no sólo hizo resurgir su carrera, sino que además le devolvió al propio Paul las ganas de hacer música por el simple placer de hacerla. Esos aires renovados llegarían con su influencia benéfica hasta "Off the ground" (93) y "Flaming pie" (97). Otros dos buenos discos de Macca.

Para el operativo regreso Paul se alió a un hijo pródigo suyo, Elvis Costello. Y formó una banda pensada para girar en vivo (hay que recordar que Paul no salía a la ruta desde 1975, con los Wings). En el team reclutó a jóvenes talentosos como el baterista Chris Witten y a "viejitos con experiencia" como Robbie McIntosh (ex Pretenders) y Hamish Stuart, de los Average White Band.

Otra ronda de nombres incluyó a los productores: desde George Martin hasta Trevorn Horn gravitaron en el making del disco. Lo de Costello (que en una canción canta a dúo con Paul) fue ni más ni menos que una unión de compinches, justo lo que Macca necesitaba para volver a dárse ánimos. Entre ambos compusieron varios temas, cosa de volver al mecanismo de trabajo de la dupla más famosa de todos los tiempos.

Y la música de "Flowers in the dirt" es un poco el reflejo de esa tapa floral, perfumada. Un disco de renacimiento, con todas las letras.

El disco tiene un poco de todo: canciones pop perfectas y espacios para que la música se desarrolle más suelta. "My brave face", el primer single, es Beatlesca a más no poder. Armonías, coros, felicidad pop. "Rough ride" es más libre y da rienda suelta a la música y la Costelliana "You want her too" encuentra a discípulo y maestro divirtiéndose en un blues multiforme, con muchas secciones y melodías.

"Distractions" es uno de esos temas que parecen compuestos a la hora de la siesta: respira una delicada languidez ("distractions/ like butterflies that buzz around my head") y "We got married es uno de los highlights del disco: un planeta entero de música, con David Gilmour como invitado. "Put it there" cierra la primera mitad del disco con una de esas pequeñas gemas que Mac entrega cada tanto. Un tesoro cantable de apenas dos minutos.

Más puntos altos con "Figure of Eight" (¡cómo canta Paul acá!) y esa otra maravilla pop que es "This one". La estructura y la melodía del tema son tan tontas, tan inocentes, que vuelve al primer plano la alegría por hacer música, por básica que sea. A partir de allí el disco decae un poco, aunque hay buenos momentos en "Motor of Love" y el final de luz natural que trae "Ou Est Le Soleil?". La reedición de 1993 agrega tres bonus inéditos: "Back On My Feet", "Flying To My Home" y "Loveliest Thing".


Algo más. "Flowers in the dirt" comparte algo más que una fecha de edición con otros dos grandes discos de aquel año. Tanto "The seeds of love" (Tears for Fears) como "Street fighting years" (Simple Minds) muestran la misma cualidad metainspirada y floral, luminosa, ramificada y de pequeñas/ grandes ideas nucleares que se multiplican.

Como si luego de una década -los 80´s- de desarrollos más bien monotemáticos (y monocromáticos) llegara el momento de la explosión caleidoscopica de colores (desde luego, también está Manchester, Stone Roses, Happy mondays y demás) tan cercana como modelo al Sgt. Pepper beatle (ahí está la cita directa en la tapa de Tears for Fears).

¿Simple cambio de década o el signo de una época, de un momento preciso en la historia?

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cabaret Voltaire: de Suiza a Inglaterra

El 5 de febrero de 1916, el alemán Hugo Ball creó en Zurich el Cabaret Voltaire, lugar donde muchos creen que fue fundado el movimiento dadaísta.

Suiza, de hecho, funcionó como refugio de un grupo de artistas exiliados durante la Primera Guerra Mundial, entre los que se encontraban el propio Ball, el rumano Marcel Jank, los alemanes Hans Ritcher y Richard Huelsenbeck y Jean Arp, escultor, poeta y pintor francoalemán. El cabaret era un reducto internacionalista, de fines artísticos y políticos afín a las nuevas tendencias en materia de arte. Ocupaba la parte alta de un teatro de Zurich.

El Dadaísmo (iniciado por Tristan Tzara) fue un movimiento de inspiración anti- artística. Su programa postulaba una ruptura radical con las convenciones que dominaban el arte hasta entonces, tanto en literatura como en la música y las artes gráficas. El caldo de cultivo de dicha rebelión lo aportaron la sensación de caos y caída del Viejo Mundo- con sus valores y arquetipos- típicos del período de entreguerras europeo.

En su debut, el Cabaret Voltaire montó un espectáculo de variedades con canciones francesas y alemanas, música rusa, música negra y exposiciones de arte.

* * *
La ciudad de Sheffield, en Inglaterra, vio nacer al primer club de fútbol de la historia: el Sheffield FC. Además de ser una ciudad con muchas universidades (y por ende, de estudiantes) y un gran parque nacional, dio a luz a grupos como Pulp, Moloko, The Human League y más acá, los Arctic Monkeys.

Allí, en 1973, Stephen Mallinder, Richard Kirk y Chris Watson formaron Cabaret Voltaire. Una hermética banda de procesamiento industrial y larga influencia en posteriores desarrollos de la música electrónica.

Si bien sus primeras actuaciones estuvieron influenciadas por el Dadaísmo (cosa que le valió no pocos enemigos entre el público proletariado de su ciudad natal) pronto el grupo logró encontrar su sonido mixturando elementos electrónicos, el procesamiento de sonidos de inspiración industrial y ritmos bailables. Un engendro bastante particular en la historia del rock.

Su discografía es extensa e interesante, aunque la puerta de entrada ideal para descubrirlos tal vez sea el doble The original sound of Sheffield, volumen 1 (´78-´82) y volumen 2 (´83-´87). Actualmente el grupo se encuentra separado, sin noticias de una eventual reunión.

martes, 20 de octubre de 2009

Discos: Trobadour (J.J. Cale, 1976)

Otro día de sol, otro disco de J.J. Cale.

Hoy es el turno del clásico de 1976, "Trobadour". Otro ejercicio del sonido de Tulsa, en doce temas relajados, pachorrientos, presentados con la mínima economía de recursos. El estilo J.J.

La cosa empieza con Hey baby, un reggae polvoriento para la hora de la siesta, y sigue con Travelin´light, tema que Clapton cubrió en su disco de 2001, "Reptile". El tempo se acelera, salimos a la ruta. ¡Qué simpático ese arreglo del baterista (Karl Himmer) dándole a los cencerros! ¡Y ni que hablar de esos vibráfonos que apenas se insinúan al final!

You got something es un mid tempo sin apuros para dejarse llevar, con arreglitos de teclados y marimbas, mientras que Ride me high es un rhythm & blues percusivo y de plena combustión. Como siempre con J.J, los temas son expuestos como meros esqueletos: cuando la cosa empieza a engranar, un fade out se lleva todo. Listo, a otra cosa.

Algo de jazz llega con la breve Hold on, elegante y austera. A mitad del disco aparece el clásico Cocaine, un tema que siempre fue controversial, ya que tras ese ultraclásico riff se esconde, en el fondo, un tema anti-drogas ("If you wanna get down, down on the ground, cocaine"). El propio Clapton siempre se encargó de aclarar el mensaje de la canción. Durante una época, en sus shows, Eric cambiaba la letra de la canción por la frase "that dirty cocaine". Su versión aparece en el disco Slowhand, del ´77.

Pero volviendo a Trobadour, en la segunda mitad el disco no deja de mostrar sorpresitas y momentos agradables. I´m a gipsy man es un up tempo florido y excitante que expresa con simplicidad el amor por la vida en la ruta, y Super blue arranca con un slide mortecino de blues.

Para el final, Let me do it for you es prácticamente un intermezzo instrumental de aires soul, mientras que Cherry es una delicada canción de amor con percusión y arpegios que acompañan. Cierra el disco otro coqueteo de blues jazzeado, a cargo de You got me so bad.

Y listo. Un disco de 36 minutos que entretiene y sienta bien. ¿Para qué mas?

Bonus: algunos músicos que tocaron en "Trobadour"

* Tommy Cogbill, bajista oriundo de Tennessee que grabó con Elvis, Aretha Franklin, Wilson Pickett, Bob Seger y Neil Diamond, entre otros. Grabó el bajo de "Son of a preacher man" de Dusty Springfield.

* Joe Osborn, otro bajista de Lousiana que grabó con Ricky Nelson, Neil Diamond y Johnny Rivers.

* Kenny Buttrey, batero super influyente de Tennessee que grabó en varios discos de Dylan (Blonde on blonde, Nashville skyline) y Neil Young (Tonight´s the night, Harvest) además de tocar con Donovan, George Harrison y Elvis, entre otros.

* Harold Bradley, guitarrista rítmico que grabó en más de cien discos country. Entre otros, grabó con Elvis, Roy Orbinson y Willie Nelson.

lunes, 19 de octubre de 2009

Jazz nights: Mingus Ah Um (Charles Mingus, 1959)

Este fue el primer disco que Mingus grabó para Columbia, en 1959. Un año en llamas para el bajista/ compositor/ pianista, que ese mismo 59 grabó "Mingus dinasty", el complemento/ acompañante de este "Mingus Ah Um"

El personal, aquí, incluye dos septetos de idéntica formación, en los que únicamente se intercambia el puesto de trombonista (alternativamente ocupado por Jimmy Knepper o Willie Dennis). En algunos temas se reducen a quinteto.

El combate comienza con la incendiaria "Better git it in your soul", un standard del cánon Minguniano en ese tempo de 6/8 marca registrada de la casa. La inspiración aquí proviene del gospel y del estilo ampuloso de los predicadores que el pequeño Charles debió haber oído en su infancia, allá en Watts, Los Angeles. "Goodbye pork pie hat" (un homenaje a Lester Young, muerto siete semanas antes de estas sesiones) muestra todo el talento de Mingus para esas arrastradas y bellísimas melodías noctámbulas.

Con "Boogie stop shuffle" el disco vuelve a levantar el tempo, y "Self- portrait in three colours" es otra balada de melodía arrastrada y contemplativa, dedicada al primer film del director John Cassavettes,  "Shadows".

Disco de homenajes, esta vez es el turno de la gran inspiración de Mingus, Sir Duke Ellington, con "Open letter to Duke". El tema reduce la velocidad en la segunda mitad, para volver a levantar y concluir en un sorprendente formato latin- jazz.

"Bird calls" mantiene la cosa arriba, con una intro digna de free jazz, melodía alocada y tempo incontrolable. A esta altura, el disco transpira de una manera notable, sin concesiones, arrollando todo a su paso. "Faubles of Faubus" es un tema cambiante, que alterna tempos lentos con formatos blues y aceleraciones repentinas. Las melodías entran y salen y retoman partes que logran mantener siempre la atención. Poco más de 8 munutos 100% Mingus.

Dos últimas: "Pussy cat dues" es bluesy y engañosamente acaramelada, mientras que "Jelly Roll" cierra la lista de sentidos homenajes (en este caso al pianista pionero del jazz Jelly Roll Morton) a caballito de un ritmo de Vaudeville, cabaret y humareda.

Bonus
* La reedición en CD de 1998 a cargo de Columbia incluye cuatro tomas sin editar y tres bonus nunca antes publicados: "Pedal point blues", "GG Train" y "Girl of my dreams".
* Las sesiones de "Mingus Ah Um" fueron producidas por Teo Macero (Thelonious Monk, Dave Brubeck y el Miles Davis de los 70´s.
* La Penguin Guide to Jazz denominó a este disco como un "extenso tributo a los antecesores".
* Las sesiones tuvieron lugar en los famosos Street Studios de NY.

jueves, 15 de octubre de 2009

Discos: Skylarking (XTC, 1986)

Género: otra de las obras maestras de XTC 

"Skylarking" fue el octavo disco de XTC. Un grupo que bien podría integrar ese hipotético Top Five de bandas subestimadas con el que siempre jugamos.

Esas bandas a las que siempre sentimos que les debemos justicia.

Pensado como una especie de Ulises musical (las letras transcurren a lo largo de "un día en la vida de") "Skylarking" es ante todo un caleidoscopio barroco, psicodélico y multicolor de sensaciones pop. Un formato (el espiralado y multifractal) que XTC utilizó varias veces a lo largo de su carrera para armar la forma de sus discos (porque los discos, o muchos de ellos, como sabemos, tienen forma).

La matriz de "Skylarking" es la imaginación. Y sus encantos desbordan en arreglos y armonías. Un derrame que toma elementos tantoade" de "Pet Sounds" (o tal vez deberíamos decir el fallido y luego reflotado "Smiley Smile") como de la ciclotimia y desparpajo de "Revolver" y la diversidad de flora y fauna de "Village Green Preservation Society".

Y en otro orden de cosas...Si hay un disco para acompañar con té y scons, ése es "Skylarking".

Sin embargo no todo fue color de rosa durante las grabaciones. Ahí estuvieron las famosas tensiones entre Andy Partridge y el productor del álbum, Todd Rundgren

En el libro XTC: song stories, de Neville Farmer, Patrtridge deja en claro lo desagradable que podía ser Rundgren ("bloody sarcastic", lo define) aunque también valora los aportes musicales de aquel, sobre todo en materia de arreglos.

Según cuenta la leyenda, fue el propio Rundgren quien insistió en armar un disco "conceptual", dándole un orden preciso a los temas y dejando de lado las letras más "políticamente comprometidas" en favor de las que auscultaban las relaciones de índole personal.  


Yendo a las canciones, "Summer´s cauldron" abre el juego con clima pastoral y ruiditos silvestres. Su cima orquestal se engancha (para seguir con el costado "campestre" de "Skylarking") con "Grass" y sus vaivenes bucólicos. Al parecer esos enganches entre temas estaban ensayados en la sala. No eran meros "efectos" de producción.

Ahí nomás llega una de las gemas pop más perfectas de todos los tiempos, "The meeting place". Tempo de reloj cucú, arpegios que circulan alrededor del tema. En sus 3 minutos 13 segundos, el tema de Colin Moulding tiene todo lo que un buen tema pop tiene que tener: armonía, belleza, melodías estratoféricas. La letra, por su parte, refleja un tópico clásico del pop británico de los 60´s para acá: las relaciones sentimentales entre miembros de la clase trabajadora. Como siempre, las letras de Patridge y Moulding merecen un análisis aparte, como radiografías mordaces de la sociedad de su tiempo.

Otro punto alto llega con "Ballet for a rainy day", subiendo y bajando en el tobogán emocional. Un poco más adelante tenemos el pop exhuberante de "Earn enough for us", antipando los terrenos que el grupo exploraría en su álbum "Orange and lemons" (1989).

El disco baja un poco su nivel de sacarosa (el histórico Talón de Aquiles de XTC) entre "Big day" y "Another satellite". Por su parte, "Dear god" fue un éxito en Esados Unidos que no fue incluido en la edición británica del álbum (ocupaba el lado B del single "Grass"). La canción, en su letra, muestra un feroz agnosticismo, aunque puesto en la "inocente" voz de un niñito que le escribe una carta de protesta a Dios: "Dear god, Sorry to disturb you/ But I feel that I should be heard loud and clear/ We all need a big reduction in amount of tears/ And all the people that you made in your image/ See them fighting in the street, cause they cant make opinions meet/ About god, I cant believe in you".

Para el final queda una última gema, esa especie de samba pop que es "Sacrificial bonfire". Un retorno a los aires pastorales de comienzo del álbum.

Bonus

* En los créditos, los coros del álbum fueron atribuidos a The Beech Avenue Boys, en una elegante cita de influencias a los rubios surfistas de California.

* Skylarking significa algo así como "retozo", en un sentido casi animalesco. La tapa del disco refleja esa sensualidad arty, con sus cuerpos y flautas encantadas. El título del disco fue inspirado, no obstante, por un poema de Shelley titulado "To the skylark".

* La mejor definición sobre XTC y su relación con el "mercado discográfico" la dio el propio Andy Partridge: "Para Virgin (el sello que los edita) somos lo mismo que los cuervos para la Torre de Londres: nadie sabe bien qué hacemos, pero si no estuviésemos allí de algún modo no sería lo mismo".

miércoles, 14 de octubre de 2009

Discos: Us and us only (The Charlatans, 1999)

Género: otro buen disco de los Charlatanes

En 1999 The Charlatans se despidieron de su sello discográfico, Beggars Banquet e inauguraron una nueva etapa con Universal Records. Pero ése no fue el único cambio: también entró a filas el nuevo tecladista, Tony Rogers, tras la muerte de Rob Collins en  un accidente de auto, en 1997.

Con esta nueva formación grabaron uno de los tantos buenos discos de su carrera. Us and us only (editado en octubre de 1999) funciona como una buena muestra de los estilos que siempre interesaron a los mancunianos: hay algo de Psicodelia, de Soul, de guitarreo y de canción. Todo en su justa medida para redondear un disco derivativo, que siempre tiene algo más para sorprender y hacernos quedar un ratito más escuchando. 

El comienzo es enrevesado y oscuro, con esos 7 minutos de derivación psicodélica de "Forever": reversas y una base de bajo hipnótico. Por momentos el tema se vuelve luminoso, para volver a entrar en terrenos sombríos y hacernos perder en el recorrido. "Good witch bad witch 1" es un oscuro intermezzo con vibráfonos y teclados que extiende el inquietante clima inicial del álbum.  

Recién con "Imposible", una encantadora balada de aires folk/soul, el disco termina de arrancar. "The blonde waltz" es precisamente eso: un vals a la Charlatans, con todos sus elementos distintivos: la dulzura de las melodías, el Hammond brindando calidez, la presencia rítmica, los matices instrumentales y por qué no, algo del tradicional guitarreo británico. 

"A house is not a home", por su parte, levanta la temperatura y la banda entra en combustión en base a guitarras y pianos, en una canción que demuestra el amor de los Charlatanes por la vieja escuela soul.

La segunda mitad comienza con un magistral clima de bajo y una armónica. Luego se suman un piano, una acústica y la voz de Tim Burguess le da comienzo a "Senses".

Nuevos terrenos son los que explora "My beautiful friend", con un sonido que el grupo expandiría dos años más tarde en Wonderland (2001). El clima de la canción es sombrío, como una meditación a medio tiempo y toques funk en la voz siempre sorprendente de Burguess.

En el último tramo, el disco nos trae otra balada de tintes folk y ritmo valseado, "I don´t care where you live". Al minuto y 45 segundos la canción sube de intensidad y entra en una bella armonía de coros y Hammond. Pura música. Por su parte, "The blind stagger" es otro ejercicio de aires soul (casi gospel, podríamos decir) que traza un link entre los Mancunianos y los Black Crowes más negros. 

El final está a cargo de la larga coda "Watching you". Otro gran momento musical de la banda, que navega en climas parte, derivaciones y vueltas al origen. Un trip musical de casi 9 minutos que resume gran parte de lo que los Charlatans pueden ofrecer. 

The Charlatans- discografía cercana
Tellin´stories (1997)- Us and us only (1999)- Wonderland (2001).  

martes, 13 de octubre de 2009

Hermanos del folk unidos

Unmap es un combo que nuclea a distintos artistas oriundos de Wiscounsin, entre ellos, Jon Mueller, Chris Rosenau, Jim Schoenecker, Daniel Spack, Thomas Wincek y Justin Vernon. Este último, factótum del hype Bon Iver.

Su disco Volcano choir (Jagjaguwar, 2009) es un estudio casi ambiental, atmosférico, de acústicas y voces espectrales, con escasísimo anclaje en la canción (chequear la oleada instrumental de casi 7 minutos "Seeplymouth"). Una música que habla del paisaje, pero desde el confort del interior. Sus canciones fueron compuestas en el verano de 2005.

En algún punto, Volcano choir es algo así como el negativo del aclamado disco de canciones de Vernon, For Emma, forever ago. Un disco casi al borde del silencio, para colocar junto al nuevo de David Sylvian, Manafon.

Monsters of folk es otro combo folkie, en este caso integrado por Jim James (My Morning Jacket), M. Ward (¿alguien se acuerda de ese bonito disco ´05 que fue Transistor radio?) y dos miembros de Bright Eyes, Conor Oberst y Mike Mogis. La Pitchfork los define como los Travellin Wilburys de nuestra época.

Su disco homónimo -editado por Rough Trade- transita por distintas acepciones de lo "folk". Pasa por momentos reposados, como la bellísima Dear god y enseguida levanta con la contagiosa alegría de Whole lotta losin´. En el camino, deja bastante tela para cortar y reescuchar, en canciones luminosas que parecen disparar en muchas direcciones, de a una por vez.

En su tramo medio, el disco pierde originalidad aunque gana en efecto pop. Del track 10 en adelante (con M. Ward haciéndose cargo de Slow down Jo) vuelve a ganar terreno aquel misterio inicial.

¿Precandidato en la lista de discos del año?

viernes, 9 de octubre de 2009

Vuelve el buen gusto

I
Después de ocho años de silencio (yo hubiera jurado que eran como veinte) tenemos noticias de un nuevo disco de Prefab Sprout. Aquella exquisitez pop británica (que no es lo mismo que britpop) que nos encandiló para siempre con su disco de 1985, Steve Mc Queen.

Gema a la que alguna vez le dedicaremos un posteo con los laureles que se merece.

La vuelta es con Let´s change the world with music, disco que originalmente se grabó en 1992 (¡hace 17 años!) pero que por problemas legales entre Paddy Mc. Aloon y la compañía grabadora, nunca pasó de su estado de demo.

Tarde pero seguro, aquí tenemos una nueva entrega de aquel pop sofisticado, plagado de sonidos refinados, de esos que no se merecen menos que un semi piso en Puerto Madero.

II
Once nuevos temas (algo más de 46 minutos) que -ya desde los títulos- desbordan fe, amor y confianza en la MÚSICA (así, con mayúsculas) como bálsamo y guía espiritual de un mundo en crisis.

Ahí están "I love music", "Let there be music", "Music is a princess", "Sweet gospel music". La voz de Paddy (que lamentablemente sufre de una importante ceguera y perdió la audición en uno de sus oídos) parece regodearse, a pesar de todo, cada vez que menciona la palabra santa: "music".

Sonoramente, "Let´s change..." es un disco algo recargado. Su audio- la mayor parte del tiempo- está lleno de sonido. Predominan las máquinas (no hay prácticamente baterías orgánicas) y los ritmos son suaves y sinuosos. El soundtrack de un dandy que añora épocas mejores e insiste en hacer música como él la entiende: a través del buen gusto.

Porque la atmósfera general, claro, es estilizada. Como contrapartida, hacia la mitad del disco extrañamos un poquito algunos temas más cerrados, de esas perlitas pop a las que Mc. Aloon (que aquí grabó todos los instrumentos) alguna vez nos acostumbró.

La industria es así. Aunque sea 17 años más tarde, la Música siempre es más fuerte. Y llegó hasta nuestros auriculares.

Discos: Five (J.J. Cale, 1979)

Los días de sol son así. Hoy no paramos de darle "repeat "a este disco del legendario J.J. Cale.

"Five" (o simplemente "5") es un disco grabado en 1979. Son admirables dos cosas: la economía de recursos con la que están armados los temas (lo mínimo, en instrumentación y en duración de las canciones, como si fueran apenas bosquejos) y el aire relajado con el que están ejecutadas. En algún punto, la cosa despreocupada de Cale sólo se puede comparar  con la dejadez de Ian Dury. Ambos sabían que la mejor música es la que fluye sin trabas.

La cosa comienza bluseada con "Thirteen days" (¡que originales esos coros de chicas detrás!) y se relaja enseguida con "Boilin´pot". El ritmo vuelve a levantar con "I´ll make love you anytime": 100% Tulsa sound. Un grato momento llega con la intimista "Don´t cry sister": pocos elementos, como en todo el disco. Apenas una máquina de ritmos lleva el mid tempo de la canción. Sin dudas, uno de los highligts de "Five". Como track 5 llega "Too much for me", una especie de blues mínimo, low fi.

La segunda mitad también tiene sus momentos. Tenemos esa oda al ocio y el tiempo libre que es "Friday" (el tipo simplemente espera el día para irse a casa) y "Lou-Easy-Ann", un tema que bien podría estar en el songbook de Randy Newman. ¡Qué encanto que tiene la sencillez! Si no, fíjense en la economía de recursos de "Let´s go to Tahiti". Cuando parece que el disco empieza a repetirse, llega ese simpático reggae bajo el sol de Tennessee que es "Katy Kool Lady". Simplemente encantador.

Para el final nos quedan apenas dos canciones: "Fate of a fool" es pura declaración de principios ("Spend my life in a cold hard bar-room/Drinking that long black whisky down/Playin' guitar, easy livin'/Girl I know, is a-hanging around") para después advertirle a la chica: " don't change my ways, I might not make it/That's the fate of a fool and a guitar man". El cierre es con "Mona", una canción para cantarle a una chica bajo el alero de un rancho, en plena noche estrellada.

Y nada más. Apenas 35, 38 minutos (¿para qué más?) de una música que se puede volver a poner cuando termina.

Data

* "Five" fue grabado en The Lakehouse, Old Hickory, Tennessee.

* Algunos de los músicos que tocaron en el disco fueron Christine Lakeland en voz y teclados, Billy Cox (bajista de Hendrix), Kenny Buttrey (baterista influyente de Nashville que tocó con Dylan, con Neil Young y Chet Atkins, entre otros), David Briggs en piano (grabó con Elvis en el ´65) y el bajista de Eric Clapton, Carl Radle.

jueves, 8 de octubre de 2009

Psychobilly: Th´ Legendary Shack Shakers

Swampblood (2007) es el cuarto lp de los fabulosos Th´Legendary Shack Shackers, banda psychobilly oriunda de Nashville, Tennessee.

En este elegante cocktail explosivo de 16 canciones escuchamos rockabilly, delta blues, vodeville, algo de punk, polka y todo lo que provenga del south americano. Destacan la bluseada Old spur line, el clima western- apocalíptico de The Deadenin', la jazzy Angel lust y el up tempo He ain´t right.

El cuarteto liderado por J.D Wilkes (también catalogado dentro del "southern gothic") suele girar con popes del género psychobilly como los tremendos Reverend Horton Heat.

Discos: Uncle jam wants you (Funkadelic, 1979)

Un poco de sol basta para requerir los servicios de George Clinton y su muchachos de Parliament/ Funkadelic.

Buceando en la abundante discografía del combo, encontramos este Uncle jam wants you (una broma con respecto al "Uncle Sam wants you" conque el ejército americano llamaba a sus filas). El disco no es de lo mejor del grupo, es cierto. Pero tiene sus momentos. Es de 1979 y viene después de otro master classic, One nation under a groove (´78).

Abre con uno de mis temas favoritos de Funka, Freak of the week (o como mantener la fascinación sobre el groove durante 5 minutos y medio). Sigue con los 15 minutos del hit del disco, (Not just) Knee deep (marche un afanito de Simply Red por acá).

Lejos están los experimentos psycho funk circa Maggot brain. Acá se escucha un sonido orgánico (sin esos horribles metálicos programados que vendrían en los 80´s) y una ejecución con mucho aire. Field maneuvers se aleja un poco del canon funkero, demostrando que el grupo siempre buscó expandir las fronteras del género. Holly wants to go to California es una balada al piano y Foot soldiers una especie de broma en clave de marcha militar (todo el disco tiene un tono fuerte y crítico en las letras).

La frutilla del postre es ver a Clinton en la foto de tapa, en pose Black Panther.

viernes, 2 de octubre de 2009

Discos: BLACKsummer´s night (2009)

Y un día volvió este señor, al que muchos en su momento le pusieron fichas como el nuevo Marvin Gaye.

Eso fue allá lejos y hace tiempo (a mediados de los 90) cuando Maxwell editó su lp debut, el magnífico Urban Hang Suite (1996). Un disco superlativo de soul- franela que aún hoy sigue irradiando música.

Después vinieron algunos derrapes más o menos elegantes, como Embrya (98) o Now (2001). A partir de allí, un largo silencio de ocho años en el que vimos aparecer (con algo de desconfianza) nuevos aspirantes al trono de Marvin, como John Legend.

Pero no se por qué, el angel que irradia Maxwell es otro.

Su nuevo disco es en realidad parte de una trilogía (Black summer night) de la cual se editará un disco por año, hasta 2011.

En esta primera entrega escuchamos un cocktail bastante adictivo de ritmos y estados de ánimo.

Desde los interesantes experimentos rítmicos de "Cold", pasando por típicas baladas soul ("Pretty wings") y buenas mezclas entre máquinas y sonido orgánico, atemporal (pienso en "Help somebody" y ese encantador up tempo que es "Love you", con un Maxwell francamente emocionante en su performance a la Prince).

Maxwell no es un revolucionario del género, ni aspira a serlo. Lo suyo es la herencia clásica. En Blacksummer´s night se lo escucha suelto, dueño absoluto de esa voz privilegiada. Un disco para darle repeat, una y otra vez.