martes, 28 de febrero de 2012

Discos: Tin drum (Japan, 1981)

En 1981 los synthpopers Japan se despidieron con "Tin drum", su último disco de estudio.

Editado en noviembre de aquel año, todavía llama la atención que este álbum de experimentación aséptica -casi "gélida"- sobre sintetizadores y pasajes abstractos cortara cinco singles. Entre ellos, el número 5 en Inglaterra "Ghosts". Furor del Synth Pop aparte, cuesta creer que el mercado haya estado en algún momento preparado para "leer" masivamente en esta música que hoy entendemos como "de vanguardia".

Porque en algún punto "Tin drum" parece formar parte de esa estirpe de "discos- laboratorio" (el primero que se me viene a la mente es "Taking tiger mountain (by strategy)", de Eno): albumes de apariencia fría, sin punto referencial fijo. Música "acerca de nada". Tal vez por estas mismas cualidades sea que a "Tin drum" se pueda volver tan asiduamente. Un disco de esos para escuchar de mañana, cuando los oídos necesitan ir despegando de a poco.

Profundizando el trabajo rítmico que ya venían mostrando en "Gentlemen take polaroids", los Japan siguieron mixturando aquí el uso de sintetizadores con instrumentos análogos. El resto lo aporta ese sutil telón de fondo de aire orientales, como en el caso del bellísimo instrumental "Canton". La climática "Sons of pioneers"- compuesta a medias entre David Sylvian y Mick Karn- es otro pasaje moroso, al borde de la quietud. 

El ritmo lo ponen esos enérgéticos ejercicios Synth Pop que son "The art of parties", "Talking drum" o la elegante "Still life in mobile homes". Hay una riqueza sólo perceptible en segundas y terceras lecturas en esta música, que de tan fría y ensimismada parece flotar en el aire, con escasísimo peso específico.

Y si de algo "conceptual" podemos hablar aquí, corresponde a las reflexiones sobre la China comunista en la pluma de David Sylvian. La foto de tapa, sin ir más lejos, muestra a Mao colgando de un poster.

"Ghosts" aporta un momento al borde del Ambient. Una quietud y belleza singulares, donde el tiempo parece detenerse durante cuatro minutos y medio.

Japan 1981
David Sylvian, Steve Jansen, Richard Barbieri, Mick Karn.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Discos: Slow dazzle (John Cale, 1975)

Demás está decir que la primera mitad de los 70 fue de altísimo nivel para John Cale.

Todavía en el sello Reprise, el galés grabó su álbum más europeísta e inspirado ("Paris 1919"). Y ya en Island Records (donde editó tres álbumes en apenas un año y medio) abrió el fuego con otra obra maestra, "Fear", en 1974.

Nuevamente acompañado por Brian Eno y Phil Manzanera (entre otros músicos) Cale volvió a un terreno musical más básico y elemental con este "Slow dazzle", su quinto disco post Velvet. Casualmente o no, también en 1975 Lou Reed volvía a un rock más directo con "Coney Island Baby". En la foto del sobre interno se ve a un Cale de pelo largo, chaqueta de cuero y rostro ceñudo. Otra historia, lejos del look neoclásico circa "Paris...". 

La descarga inicial es de alto vuelo con "Mr Wilson", dedicada al líder de los Beach Boys. En la letra (una especie de carta abierta de admiración incondicional a Brian) el narrador le confiesa aquello de que, bueno, Gales no es como California, y que cada vez que escucha su música lo siente a varias millas de distancia. Esos teclados voladores de Eno y sobre todo el salto astronómico de la melodía desde los 26 segundos en adelante, dejan en claro una vez más el talento de este artista con mayúsculas. Sólo por este tema podría valer la pena todo el álbum. 

Sin embargo, aparecen otros futuros clásicos del repertorio de John. "Taking it all away" mantiene el buen momento inicial, mientras que "Darling I need you", "Rollaroll" y "Dirty-ass rock ´n´ roll" (una crítica a los lugares comunes de los rockeros) se sueltan a puros guiños de R&B. En estos terrenos se mezclan la habitual riqueza melódica y armónica del ex Velvet con estructuras clásicas. En ese sentido, "Slow dazzle" suena simplón y sofisticado a la vez. Para escuchar algunas de estas canciones en su formato más despojado, siempre se puede volver al indispensable "Fragments of a rainy season" (1992).

En el medio del set, Cale deconstruye (o des-truye?) el clásico de Elvis "Heartbreak hotel" en una versión, bueno, inolvidable. Eno enrarece el clima y el propio John se saca, "aullando" en varios pasajes. El único momento (junto con el cierre monologado y climático de "The jeweller") que rompe levemente el tono clásico de "Slow dazzle".

John Cale- trilogía Island Records
Fear (1974)- Slow dazzle (1975)- Helen of Troy (1975). 

sábado, 18 de febrero de 2012

Spinetta: el cantor de mi barrio

Por Sebastián Adúriz´(*)

Los días pasan y la presencia de Spinetta me sigue sobrevolando en las cosas que pienso, en la música que escucho, en las cosas que leo.

Como  UVVD - y como  muchos otros- estuve repasando (impulsado por una suerte de urgencia) los momentos de mi vida personal que tenía asociados a él. Hay muchos más de los que hubiera imaginado para alguien que, como yo, fue spinetteano por poco tiempo, en los años de la adolescencia, justo antes de salir corriendo detrás de las bandas punk y new wave que arrancaban a principios de los ochenta.

Permítanme el listado: el deslumbramiento de escuchar los primeros acordes de ¨Que ves el cielo¨ en el Obras de Seru-Jade; mi primera crónica de un recital (ver foto) en el teatro de la Cova de Martínez; el compañero de la facultad que entonaba ¨Jugo de lúcuma¨ entrecerrando los ojos; ¨Digital Ayatollah¨ sonando en la biblioteca de Olivos; el moog de ¨Y tu amor es una vieja medalla¨ que me ayudaba a mitigar el amor no correspondido de una señorita que de Spinetta, nada; las canciones de ¨Bajo Belgrano¨ celebrando en las Barrancas de Ídem la primavera de Alfonsín.

Ahora todos ellos adquieren una intensidad que, honestamente, no había previsto y los vivo como fundantes de quien hoy soy.  Gracias a Spinetta, el Flaco, enseguida tuve acceso a un mundo alternativo a la jungla que empezaba a encontrar entre los edificios, según avisaba él mismo en una de sus canciones.

Y tengo para mí que hizo eso un poco con todos. Y que no sólo ayudó a construir identidades personales, sino que construyó a la Buenos Aires de los barrios post Troilo. Por lo menos la de los barrios del norte, la que va desde Belgrano hasta Devoto, pegada a la General Paz, y que desde esos barrios se mete hasta Almagro y Caballito. Una Buenos Aires, mayoritariamente de clase media, que ya no se quejaba de los dolores inmigratorios de sus antepasados, sino que apostaba, como proyecto de vida a que ¨mañana es siempre mejor¨.

Spinetta Jade en el Teatro La Cova, 1981

Una ciudad optimista que sentía que bastaban naves de fibra hechas en Haedo, con banderines y estampitas, para salir a la conquista del universo. Spinetta es el músico popular de esa Buenos Aires que reemplaza al tango  con su (nuestra) sudamericana interpretación de la música rock (del mismo modo que León Gieco quizás sea también el folclorista que ocupa el lugar de los Chalchaleros y otros grupos de ponchos y botas: el hombre del interior que, como la mayoría, queda atrapado entre la ciudad y el campo).  

Tengo la suerte de vivir en Florida, un barrio de esa Buenos Aires spinetteana. Convivo con verduleros que se toman un mes de vacaciones, pero que mientras están abiertos desprecian los tomates llenos de agua y sin gusto que venden sus competidores. Asisto a clubes de cuotas bajísimas capaces de proveer jugadoras de básquet a la selección nacional. Tengo a mano herreros, talleristas, tapiceros y otra gente de oficio con el suficiente ingenio para resolver cualquier desafío que les presente. Gente que empecinadamente disfruta de un trabajo bien hecho, sin rebajas ni trampas. Igual que Luis.

Y en esos barrios veo los perros blancos de la lluvia, las Águedas que no adelgazan y los Cachos que van a armar a las playas de Vicente López. Y escucho los sonidos que salen de los garajes de algunas casas tratando de sacar los acordes de canciones.

Pero aunque todo esto exista, con la muerte de Spinetta se hace evidente el final de una época, como bien dicen Mariano del Mazo y Martín Pérez en sus artículos de Radar del domingo pasado. Es así, aunque cueste definir con precisión qué es eso que se termina (¿el rock nacional, nada menos?) y, más difícil aún, adivinar qué vendrá en su reemplazo.

Como sea, en los barrios de Buenos Aires queda su legado. La libertad creativa y el pensar en esos mundos posibles que rescata Ultravivido, la apertura al mundo, la foto de Carlitos acompañando siempre las búsquedas y nunca impidiéndolas. Barrios que ojalá quieran seguir construyendo naves espaciales para viajar a mañanas mejores a los que quizás algún día tengamos la fortuna de arribar.

En barrios así quiero seguir viviendo yo.

(*) Sebastián (aka Isley Juan) es columnista de UVVD para la sección "Soul Basics". Gracias Seba!

jueves, 16 de febrero de 2012

TV: Jazz (Ken Burns, 2001)

El mejor y más completo documental sobre la historia del Jazz.

Inmenso. Superlativo. Insoslayable. De mirada obligatoria para cualquiera que quiera aprender no sólo la historia del género sino -por qué no- la de Estados Unidos y la cultura afroamericana (y su inocultable entrecruzameinto) a lo largo de prácticamente todo el siglo XX.

Así de valioso es el documental "Jazz", dirigido por el norteamericano Ken Burns y editado en 2001 por el sello PBS. Dividido en 12 capítulos cronológicos, el documental narra desde los orígenes del jazz en New Orleans hasta las vertientes tardías del género en los 70´s y 80´s. 

Hay varios pasajes notables, difíciles de olvidar para todos los que ya nos tragamos la serie entera más de una vez. El nacimiento y éxito del Swing- en las décadas del 30 y 40- está magistralmente contado con el telón de fondo de la Crisis del 30 y sus implicancias sociológicas.

La sociedad estadounidense durante la Segunda Guerra y el papel decisivo de figuras como Louis Armstrong (particularmente, entendí quién fue Satchmo para la historia del jazz viendo este documental), Duke Ellington, Bix Beiderbecke, Benny Goodman y otros popes, no se queda atrás.

Otro momento notable es el que se ocupa del pasaje del Swing al Be Bop (a mediados de los 40) y el surgimiento de figuras como Dizzy Gillespie, Charlie Parker y Thelonious Monk, con epicentro en el Minton´s Club de New York. Por cercanía y por gusto personal, acá empieza la historia que más nos interesa. Las imágenes muestran los bares y clubes de New York donde tocaban esos monstruos con carteles de "prohibido bailar". Tal fue la reacción de los snobs bopers frente al éxito masivo del Swing, que los "ahogaba" creativamente.

Los músicos y críticos que prestaron su opinión (Winton Marsalis, Gary Giddins, Stanley Crouch, Gerald Early, Phil Schaap, entre otros) dan cátedra en cada parlamento. Las imágenes inéditas y las fotografías de época son perfectas para acompañar la narración. Y ni hablar del toque estético magistral y definitivo de la serie: la voz del narrador, Keith David. Cada frase del documental se eleva a la categoría de "Arte" en la voz de este señor.


Dónde verla. Además de estar editada en DVD, la serie puede verse nuevamente por estos días en Argentina, cada medianoche en Canal Encuentro (6 de Cablevisión). También la está repitiendo Film& Arts.

"Jazz", de Ken Burns: de mirada obligatoria para cualquier melómano de ley.  En doce capítulos, sabiduría de por vida. Sabiduría de vida.

jueves, 9 de febrero de 2012

Spinetta: la orilla infinita

Como jóvenes "clase 73 y 74", con mis amigos llegamos a Spinetta recién a finales de los 80. En su época hermética de "Tester de violencia" y "Don Lucero". Enseguida empezamos a ir a verlo en vivo. Recuerdo mi primer show de él, en el cine teatro Atlas de Villa Gesell, un verano. Después, ya con los amigos, otro recital memorable en los Lagos de Palermo. El escenario estaba armado sobre una especie de isla y entre Luis y el público resplandecía, en plena noche estrellada, el agua. A los pocos días lo encontramos probando una guitarra en el Paseo La Plaza. Le contamos que nos había gustado el show y él con mucha ternura nos dijo "gracias chicos". Y eso fue todo. Mis únicas palabras con Luis Alberto.


Pero hubo más recitales. Alguna vez, con 18, 19 años, nos dejaron entrar para los bises en el ya desaparecido Teatro Pueyrredón, en Flores. Fuimos corriendo hasta el escenario, justo cuando el Flaco tocaba una versión impresionante de "No te alejes tanto de mí".

FFWD: 2005, tal vez 2006. Con Flavia recién empezábamos a salir y fuimos a verlo a los Bosques de Palermo (otra vez: noche estrellada, cielo abierto y árboles como escenario). Abrazados, escuchamos a Luis cantar "Durazno sangrando".

Todo esto para decir que en vivo, Spinetta siempre pagaba. Siempre sonó. Las versiones mejoraban los originales y uno apreciaba mejor la riqueza armónica y sonora de los temas (que por otra parte, tan maltratados estaban en los discos, que nunca le hicieron justicia en cuanto a sonido). Además, en lo personal siempre me mató escucharlo tocar la viola.

Spinetta será siempre sinónimo de Artista. Esa palabra tan bastardeada. Esas personitas cada vez más difíciles de encontrar. Logró construir un lenguaje y una sonoridad propias (su música sonó siempre sólo parecida a sí misma. En este sentido, el "Planeta Spinetta" es más bien una Galaxia entera).

¿Y qué nos enseñó en sus discos? A abrir la cabeza. A estallar en palabras de pura poesía. A pensar en mundos posibles, con una música que apuntaba al Cosmos (ahí donde Charly fue siempre el genio esencial de la ciudad y el tango, Spinetta fue el otro cenit del par).

Spinetta nos enseñó a ser libres. Así, de una. No hay que ruborizarse al decir estas cosas. Su obra es una invitación al Amor y a la Libertad.

¿Y qué más? Que la visión artística no se negocia (su carrera apenas tuvo un par de deslices - o mejor dicho, uno solo, "Only love can sustain"- en 40 años). El resto, puede gustar o no, pero nunca hizo concesiones. Ojalá los nuevos artistas que vengan se iluminen con la Luz Spinetta y no con las lamparitas de colores que venden en Once.

Esas armonías raras. Esa forma de cantar por momentos exasperante pero absolutamente emparentada con esas palabras y esa poesía. Cada uno tendrá sus versos favoritos de Luis. Hoy yo tengo los míos cuando en mi cabeza no para de sonar "Ludmila/ golpeo en tu puerta/ no se si estás despierta aún/ Mi amor Ludmila/ yo veo en tus ojos/ y veo un ancho mar". Mañana serán otros. Y pasados otros más. Seguro.

Ultimamente no lo escuchaba tanto. Sus declaraciones -un poco en el tono de una vieja quejosa, hay que decirlo- me ponían mal, me bajaban la líbido para escucharlo. Pero aún así, cada tanto vuelvo a sus discos.

No voy a ser original: todo lo que grabó hasta Invisible inclusive es potente, original 100%, creativo y con una energía desbordante. Después le elijo cosas aquí y allá: con el tiempo revaloricé Spinetta Jade (ese Prog Rock que se fue porteñizando, cada vez más Buenos Aires). En el medio, esa joyita que es "Kamikaze".

Su último gran disco fue "Peluson of milk" (1990) inspirado por el nacimiento de su hija Vera. Todavía con una altísima concentración melódica, poética y luminosa. Ahí están "Ganges", "Bomba azul", "Cielo de tí", "Dime la forma". Luego de eso se empezó a desinflar y a repetir un poco. Pero muchos perejiles lo hacen mucho antes. Con menos de la cuarta parte de obra. Ni hablar.

El último rayo de luz fue verlo homenajeado en vida en el show de Las Bandas Eternas. Me hubiera gustado estar ahí. En un plano más íntimo, una mañana de sábado prendí la tele y lo vi cantando "Muchacha" casi a capella con los restantes Almendra. Como un boludo, me puse a llorar delante del televisor. Ahí estaban esos viejitos hippies, los cuatro juntitos en un sillón, todavía afinando perfectos con sus voces inmaculadas. Esos que 40 años atrás habían empezado a armar la cosa del rock nacional porque sí. Porque había que hacerlo.

Mi "playlist Spinetteano" seguirá sonando con "Para ir", "Ana no duerme", "Cementerio club", "Credulidad", "Bomba azul", "La montaña", "Amenabar", "Alma de diamante", "Suspensión", "La llave del mandala", "Kamikaze", "Ludmila", "Cielo de ti", "Algo flota en la laguna", "No te alejes tanto de mí", "Despiértate nena". 

Y "Los libros de la buena memoria", "El anillo del Capitán Beto", "Durazno sangrando", "La luz de la manzana", "El marcapiel", "Dios de la adolescencia", "Preciosa dama azul", "Alcanfor", "Diana", "Las golondrinas de Plaza de Mayo", "Pequeño ángel", "La herida de París", "Dime la forma", "Fina ropa blanca", "Barro tal vez", "Crisálida", "La sed verdadera". Y otras que seguro se me olvidan

Canciones cósmicas y curativas. Ahora y siempre. Contra todos los males de este mundo, Luis Alberto Spinetta.

UVVD, febrero 2012.

martes, 7 de febrero de 2012

Discos: Bossanova (Pixies, 1990)

¿Cuál es el mejor disco de Pixies? En Ultravivido siempre tuvimos la sensación de que "Bossanova" le saca una cabeza al resto. 

Porque si bien a los de Boston nunca le faltaron buenos temas, "Bossanova" tiene una especie de maquillaje lunar -mezclado con los aires Surf Rock de Los Angeles (donde fue grabado)- que lo hacen especial. Como flotante, volado. Como ese planeta que gira solito en la foto de tapa. 

Nuevamente producido por Gil Norton, el grupo se encontraba por entonces bajo el control artístico absolutamente centralizado de Black Francis, que escribió todas las canciones sólo, incluidas sus letras sobre alienígenas e invasiones extraterrestres, armadas sobre la marcha en el estudio. 

Vamos, hay muchos momentos que rozan la genialidad. "Dig for fire" es lo más parecido a lo que hubieran hecho los Talking Heads de haber rockeado más arriba. "Blown away" y "Hang wire" forman un tándem imparable de rock & roll y psicodelia. Y "Allison" tiene un ataque rápido y certero. Grandes, enormes guitarras surcando los planetas. Aún con sus vicios y tics, ya no hay bandas como los Pixies.

Y también están los matices, para elevar todo a otra categoría. El comienzo es soberbio con el instrumental "Cecilia Ann" (original de los Dave Myers & The Surftones) mientras que "The happening" y "All over the world" se cuelgan extendiendo el momento y "Ana" y "Havalina" le dan un toque ensoñado, borrosamente fumón al disco, que 20 años después- en varios pasajes- todavía sigue sonando. Editó 4AD en Inglaterra y distribuyó Elektra en USA.

Para 1990- 1991 las tensiones internas ya eran insostenibles y los Pixies llegarían con lo justo para grabar el correcto "Trompe le Monde" y separar sus destinos. Al menos por un tiempo. 

Pixies

Black Francis, Joey Santiago, Kim Deal, David Lovering.

Discografía

Come On Pilgrim (1987)- Surfer Rosa (1988)- Doolittle (1989)- Bossanova (1990)- Trompe le Monde (1991).

jueves, 2 de febrero de 2012

Clásicos: Fleetwood Mac (Fleetwood Mac, 1975)

En 1975 los Fleetwood Mac estaban a punto de convertirse en el tanque Pop/ Rock que dominaría los charts del mundo entero durante los años siguientes, a caballito de "Rumours" (1977).

Aquel año fue una bisagra en su carrera: de la banda blusera comandada por Peter Green, los Fleetwood estaban dejando atrás el período intermedio con Bob Welch en las filas. Era hora de nuevos cambios y a la banda llegaban Lindsey Buckingham  y Stevie Nicks

Con ellos a bordo, el cambio musical fue notable. Como si los años inmediatamente anteriores hubieran sido parte de una nebulosa (aún con buenos discos como "Bare trees" o "Mistery to me") el grupo se fortaleció en la orientación pop de sus temas. En Estados Unidos fueron núimero 1 (a diferencia de su Inglaterra natal, donde el álbum tuvo que ser reeditado luego del furor de "Rumours", en 1978).

"Monday morning" y "Say you love me" son clásicos instantáneos. Y las chicas (Stevie y Christine McVie) dejan una huella indeleble y hermosa en "Warm ways", "Rhiannon" y "Over my head". Algunos rocks clásicos ("Blue letter", "World turning") nivelan el set para arriba en intensidad, antes del tono amenazante del cierre con "I´m so afraid", 100% Buckingham.

Mucho talento y musicalidad en esas armonías vocales impecables, entre otros lujos. Ahora los Mac le agregaban a su coctel de rock sureño, Pub Rock y Americana un sólido giro pop. En ese balance encontraron la fórmula que los haría irresistibles para las masas y una de las bandas más completas de su generación. Clásicos de clásicos.

Fleetwood Mac 1975
John McVie, Mick Fleetwood, Christine McVie, Lindsey Buckingham, Stevie Nicks.

Discografía cercana
Heroes are hard to find (1974)- Fleetwood Mac (1975)- Rumours (1977).