sábado, 31 de agosto de 2013

Vinilos/ rarezas: Música hippiedelica (Varios, 1969)

Argentina Hippie ´69
 
Se ve que para el gobierno de Onganía los hippies argentinos no pasaban de ser unos pelilargos inofensivos. Si no, no hubiera permitido una tapa como ésta.
 
La cosa es que en 1969 a algún ejecutivo piola de la CBS local se le prendió la lamparita y armó una serie de discos destinados al público joven y "hippiedélico" (ni a los Babasónicos de la era "Dopádromo" se les ocurrió un término así, hay que reconocerlo).
 
La tapa es tremenda, con la chica "tatuada" con birome en los cachetes y en la frente a puro Amor y Paz. Ese sweater. Esos colores. Esa mirada perdida, tal vez por el consumo de algún estupefaciente hippiedélico. La cubierta te llama -como me pasó- a comprar el disco sea lo que sea que traiga adentro. Y adentro -algo esperable- hay poco de Hippie. Y menos de Psicodelia. Pero sin embargo hay que darle la derecha al que secuenció el L.P: la música se sostiene ahí arriba, apenas con algunos matices bajando. La idea: un disco para poner en una fiesta "con buenas ondas", con algo de humo y donde un par se sueltan ¡y hasta se ponen a bailar como locos!
 
Ojo con el setlist. Hay desconocidos totales, conocidos a medias y algunos ilustres que hoy, 40 años después y con Internet, todos conocemos. El lado 1 arranca en plan meloso con Scott McKenzie (el del himno Hippie- Costa Oeste "San Francisco (Be Sure to Wear Flowers in Your Hair)" y unos ignotos -hasta donde pudimos averiguar- The Silvers, que suenan a una cruza de los Zombies con los Kaleidoscope, bien fechados en la época.
 
 
 
La cosa levanta con Billy Joe Royal (un oscuro intérprete de Country Rock de los 60´s) y vuelve a la balada orquestada con Les Irresistibles, que por lo que averiguamos eran un grupo de chicos americanos que vivían en Francia (?) y editaron un álbum y un puñado de singles, entre ellos "My year is a day" (atención al gran solo de órgano del medio). Cierran el lado los Simon & Garfunkel con el hitazo "Mrs. Robinson" y sigue el baile con Paul Revere & The Raiders (marche un afano a "Paperback writer" por ahí, pero ojo que este "Too much talk" tiene una vuelta copada por el medio).
 
Lo más careta del disco es el arranque del lado 2, con los Tremeloes. Saltamos esa porquería que es "Helule helule" y encontramos la joyita (¡por fin algo Hippidélico!) "Jennifer juniper", de Donovan. Este es de esos temas que al momento de comprar el disco pensás: "Bueno, si es muy malo, por lo menos tengo un tema de Donovan en vinilo".
 
 
La cosa no decae porque aparecen The Love Affair, que en 1967 venían de pegarla con el clásico "Everlasting love". Acá aparece el hit que le siguió, del 68, "Rainbow valley". Salteamos otra porquería (John Fred & The Playboys Band) porque llegan otros ilustres de la psicodélica británica: los escoceses The Marmalade, con el single de 1967 "Man in a shop". Temazo. Ojo que no está mal el juego de coritos de "Hey little boy", de un tal James Royal. Y el disco cierra a todo trapo con los Sly Stone de "Dance to the music", ahora sí, con todos los hippiedélicos sacudiendo sus melenas.
 
Chequear también: 
Flower power: música para hippies vol. 1 y 2
 
Música Hippiedélica vol, 2

martes, 27 de agosto de 2013

Videos: Jackson 5

 
Un poco de Soul para sacudir el frío. 
Los hermanitos Jackson en vivo en Soul Train 1972 haciendo "I want you back".

jueves, 22 de agosto de 2013

Discos: Waiting for the moon (Tindersticks, 2003)

Los Tindersticks son de esas bandas que escuchadas en el momento incorrecto pueden llevarte a odiarla por lenta y aburrida. Pero degustada en el momento apropiado depara sus placeres, fruto de la sutil factura de su música. Y la sustancia de buenas canciones.
 
El grupo de Stuart Staples siempre pareció ocupar ese lugar intermedio entre Nick Cave, la morosidad de Mogwai y las orquestaciones de John Barry. Y más acá, entre sus herederos como The National. Pero lo que hay que decir es que Tindersticks transitó su década -los 90- con gallardía, elegancia y un puñado de canciones que siguen sonando sentidas y profundas, más allá de su adorno teatral. 
 
"Waiting for the moon", el sexto disco de los de Nottingham, es otra pieza de orfebrería pop para degustar de a poco y con la menor ansiedad posible. Un álbum para poner (al menos esta es mi receta) a la hora "en la que cantan los lobos". Y si se trata de una fría, friísima noche de invierno (como estas de Buenos Aires) mucho mejor. 
 
Al comienzo, el disco intercala algunas canciones lentas (las bellísimas "Until the morning comes" y "Sweet memory") con los climas siniestros de "Say goodbye to the city" (con esas cuerdas tremendas, zumbando alrededor de la voz y la base nerviosa del bajo y la batería) y "4.48 psychosis", inspirada en la sombría última obra de teatro escrita por la dramaturga Sarah Kane.
 
El disco vuelve a encontrar otro gran momento entre "Sometimes it hurts" (excelente el dúo, casi un diálogo, entre Staples  y Gina Foster) y "My oblivion". Cuando hacen temas lentos como éste, los británicos rozan climas casi religiosos, de una piedad sostenida y lúgubre. La letra (al igual que la mayoría en este álbum) parece un pequeño rezo por encontrar algo: el hogar, el amor, la vuelta a casa, una iluminación que nos caiga de las estrellas. Pero el clima que domina estas canciones siempre es sombrío. Como si los Tindersticks nos dieran una palmada en el hombro y nos dieran a entender que el mundo, en el fondo, no tiene redención posible salvo a través del amor. Y sólo a veces.
 
Justo cuando el disco amenaza con hacerse denso, la banda termina con "Runnig wild". Exactamente ahí, para volver a comenzar.
 
"Waiting for the moon" sería el último lp con la formación original de los Tindersticks. Luego de su edición la banda entró en un hiato de cinco años hasta grabar un nuevo disco. En el medio, cambió gran parte de sus integrantes.
 
Tindersticks 2003
David Boulter, Neil Fraser, Dickon Hinchliffe, Stuart Staples, Mark Colwill, Alistair Macaulay.

Discografía cercana
Can our love (2001) Waiting for the moon (2003) The hungry saw (2008).

lunes, 19 de agosto de 2013

Discos: Bird wood cage (The Wolfgang Press, 1988)

Al sello británico 4AD le debemos gran parte de la música más interesante e innovadora de los 80. Dentro de la escudería inglesa fundada por Ivo Watts-Russell y Peter Kent, los Wolfgang Press ocuparon un lugar de lo más extraño. Realmente, eran una banda única.
 
Este trío londinense grabó una serie de discos entre fines de los 70´s (todavía como Rema-Rema y Mass) y mediados de los 90, ya con un pie en la escena bailable. Pero sus discos capitales son los de los 80, entre ellos este "Bird wood cage". ¿Qué hace único a este disco? En sus surcos escuchamos algo de la opresividad de Nick Cave, las atmósferas saturadas de Dub al estilo "Metal box" y un clima amenazante y ruidoso propio del Industrial.
 
"Bottom drawer" parece anticipar la escena Trip Hop que lideraría Massive Attack apenas unos años después, y ubicaba a los Wolfgang un paso más adelante de sus contemporáneos. Realmente, estaban mirando lo que todavía no había llegado. "Kansas", por su parte, es Industrial cruzado con Dub y Funk. ¿Y "Swing like a baby", qué es? ¿Música bailable para zombies? En "The holey man" escuchamos a unos Bad Seeds sobre un clima de suspense de lo más cautivante. Y "God´s number" es un Funk tremendo, torturante. Como si los Talking Heads se hubieran vuelto definitivamente locos. Todos engendros, al día de hoy todavía bastante inclasificables.
 
The Wolfgang Press.jpgDefinitivamente, "los 80" fueron mucho más que el pop radial y los hits que hoy parecen etiquetar aquella década en compilados bajados de internet. Por debajo de la superficie (¡gracias 4AD, entre otros!) ocurrían cosas mucho más interesantes. Dentro de esa avanzada, los Wolfgang Press sonaban más desorbitados y alienados que cualquiera, en un lugar que todavía hoy suena incómodo.
 
Wolfgang Press 1988
Michael Allen, Mark Cox, and Andrew Gray.
 
Discografía cercana
Standing up straight (1986) Bird wood cage (1988) Queer (1991).  
 
Chequear también:
Massive Attack, Blue lines
Public Image Ltd, Flowers of romance
Talking Heads, Fear of music

martes, 13 de agosto de 2013

Discos: The virgin suicides (AIR, 2000)

Los franceses AIR nunca se parecieron tanto a Pink Floyd como en este disco. Hay varios pasajes de "The virgin suicides" que recuerdan a los maestros del cuelgue y de los climas perezosos.

El disco es en realidad el soundtrack que Nicolas Godin y Jean-Benôit Dunckel compusieron para la ópera prima de Sofía Coppola, una directora que más allá de sus méritos tras las cámaras, siempre supo rodear de buena música sus películas (ver “Lost in translation”, “Marie Antoniette”, etc.).

Para esta grabación, AIR le agregó a su sonido la calidez de algunos instrumentos orgánicos como baterías y saxos, que se complementan muy bien con el arsenal característico del grupo y sus capas de teclados. El resultado es un sonido envolvente, íntimo.

Pero sobre todo, el mérito de “Virgin suicides” es que se sostiene bien como disco, independientemente de su función como score de la película (algo poco usual, ya que las músicas incidentales suelen quedar muy pegadas a las imágenes que acompañan).

Como todo soundtrack, acá aparecen varios motivos y melodías que se repiten, con variaciones de forma y tono. Es el caso de “Playground love”, transmutada en “Highschool lover”. El disco entra en un clima ensombrecido y apocalíptico entre “The word “hurricane” y “Dirty trip”, con muy buenos aportes del baterista Brian Reitzell y unos coros sintetizados tenebrosos.  

En realidad, la estrella es el monoclima que genera “Virgin suicides”. Ese que te lleva de la mano durante sus 40 minutos de duración y que yo ubico –algo antojadizamente- a mitad de camino entre “Obscured by clouds” y el Miles Davis de “Ascenseur pour l'echafaud”.

Mi momento favorito llega casi al final del set, con la desoladora “Empty house”. Ahí sí, recordar a las hermosas vírgenes suicidas (tan angelicales ellas, con sus vestidos blancos inmaculados viviendo en el clima sofocante de esa casa cerrada al exterior) entra en sintonía con esta música sideral, con esos silbidos sonando en un vacío igual de desolador.

AIR
Nicolas Godin, Jean-Benôit Dunckel.

Discografía cercana
Moon safari (1998) The virgin suicides (2000) 10.000 Hz. legend (2001).

miércoles, 7 de agosto de 2013

Discos: Live at The Fillmore ´68 (Santana)

Hace unos años solía pasarme los sábados a la noche dando vueltas con el auto por Buenos Aires, con la radio encendida. Un programa me servía como musicalización: el "Buenos Aires Blues", en la trasnoche de la FM Rock and Pop.

Ahí escuché por primera vez la impresionante versión en vivo de un tema desconocido (para mí) de Santana llamado "Treat". Una joya que años después me hizo ir en busca de este gran disco en vivo grabado en el Fillmore de San Francisco en 1968.

El cd doble editado en 1997 por Columbia recoge la actuación del grupo los días 19, 20, 21 y 22 de diciembre del 68. Aquel año crucial para la escena de la Costa Oeste, entre el Verano del Amor y Woodstock. Y poco antes de que Santana grabara su primer álbum de estudio, editado en 1969. 

El set abre con el clásico "Jingo" (con la banda calentando motores) y entra en territorios más funkies con "Persuassion" y, sobre todo, la groovísima "Chunk a funk".

Pero detengámonos en esa gema que es "Treat". Son nueve minutos y medio que empiezan parecidos a "The great gig in the sky", de Pink Floyd -allá arriba, suspendidos en el aire- y comienzan a tomar ritmo a los dos minutos con los hi hats de Bob "Doc" Livingston.

Pronto la banda completa se suma a la fiesta -todavía de a poco, respetando la cadencia, el swing- y a los 4 minutos Carlitos Santana se larga con su solo, creciendo lentamente hasta alcanzar el clímax (percusiones, riff, ritmo alocado, todo en un batido perfecto) antes de volver a caer en la coda igual al comienzo. Pura música, tocada en toda la cancha.

Completan el set buenas versiones de "Soul sacrifice" y algunas rarezas no incluidas en otros álbums de Santana como "Freeway", "As the years go passing by" (de Albert King) "Fried neckbones" y "Conquistadore rides again" (original de Chico Hamilton). 

Santana 1968- Live at the Fillmore
Carlos Santana (guitars & vocals) David Brown (bass) Marcus Malone (congas) Bob "Doc" Livingston (drums) Gregg Rolie (piano, organ & vocals).

jueves, 1 de agosto de 2013

Discos: Starfish (The Church, 1988)

Por si hasta acá no se notó, los The Church son una de nuestras bandas favoritas.

Podríamos dar varios argumentos intelectuales y hasta ideológicos (su "menos es más", su coherencia, su nunca claudicar y seguir insistiendo disco tras disco en una misma obsesión sonora, entre otros). Pero tal vez sólo alcance con decir que el grupo liderado por Marty Wilson- Piper y Steve Kilbey nos puede. Basta que suene casi cualquier disco de su extenso catálogo para que volvamos a sentir la magia modesta pero inoxidable del grupo. Con muy pocos elementos lograron un sonido propio, absolutamente personal y duradero.

Dicho esto, "Starfish" podría ser indicado como otro excelente lp de la banda, en el que la inclusión de su único "hit" mundial, "Under the milky way" es apenas un detalle. De hecho, la canción pasa desapercibida dentro de un set parejo y de gran nivel, rodeada de muchos otros buenos temas. ¿Cuál es la diferencia con "Heyday" (1986) su también muy buen disco anterior? Tal vez el cierre levemente más pop y ganchero de algunos temas, aunque sin resignar un ápice la identidad del grupo. Como dijimos, "Starfish" es muy parejo, todas las canciones son buenas.

Así y todo, tenemos nuestras favoritas. "Antenna" flota sobre un ritmo de vals y un arreglo de mandolina que la hace inolvidable. "Blood money" va y vuelve, cargando y suavizándose, y "North, south, east and west" es enrevesada y mantiene la energía siempre ahí, para cerrar el lado 1.


Los The Church fueron siempre unos maestros del clima ensoñado (más que "escuchar" sus discos uno se deja adormecer por ellos, en un efecto claramente psicodélico). Los trucos son muy simples: guitarras arpegiadas, sonido envolvente, manejos de la intensidad y arreglos efectivos, funcionales, en cada tema. Parece fácil, pero tiene sus secretos. Todo está a la vista, y por eso es más enigmático su efecto.

Acá no fallan en ese aspecto. Atacan algunos temas rápidos (algo poco común, siempre adeptos a los ritmos más cansinos) en "Reptile" y "Spark" y dejan grandes espacios de silencio en "Destination". Cierran con otros dos temazos: "A new season" (de exquisitas melodías vocales) y "Hotel womb", otra con gancho, que en un mundo mejor hubiera sido un hit.

El éxito de "Under the milky way" nos los mareó y dos años después, en 1990, se despacharon con otro gran disco, el doble "Gold afternoon fix", también producido por Waddy Watchel.

Larga vida a los The Church, una de esas bandas que te pueden acompañar toda una vida.

The Church 1986
Marty Wilson- Piper, Richard Ploog, Peter Koppes, Steve Kilbey.