viernes, 29 de marzo de 2013

Discos: Carved in sand (The Mission, 1990)

Con el tiempo algunas etiquetas como “Rock gótico” quedaron un tanto graciosas, o directamente irrelevantes. En el caso de los británicos The Mission ¿qué importa como catalogamos su estilo, si nos dejaron temazos y muy buenos discos?  

Hablando de discos, a veces las obras maestras dejan estelas. Es el caso de “Children” (1988), seguido de este “Carved in sand”, editado en 1990. Después de la perfección y la cima de la inspiración siguió otro buen disco como coletazo. Expansivos, climáticos, ornamentales. Los viejos trucos de los de Wayne Hussey siguen presentes. Hay espacio para la experimentación y la derivación como en “Belief”, llena de trances pesadillescos y momentos climáticos.

"Into the blue” y “Deliverance” son clásicos instantáneos en la veta ya conocida: acústicas tejiendo arabescos (una clara herencia del costado John Paul Jones de los Zeppelin), bases monolíticas, grandes puentes y estribillos. Ahí el cuarteto no fallaba. Dos temazos.


Pero en “Carved in sand” hay matices, y la banda muestra su costado tierno acercándose al pop de manera impecable en “Butterfly on a Wheel”, sin resignar un ápice de su personalidad. El tema fue uno de los cortes del álbum.  “Amelia” arranca el disco con una patada en la frente (el lado B del single traía un tema bellísimo, “Hands across the ocean”) y  “Wrapes of wrath” (“Viñas de ira”) es un homenaje sentido a la clásica novela de John Steinbeck sobre parte de la historia de Estados Unidos.

En la poderosa “Hungry as the hunter” toca guitarras el ex Tin Machine (y actual The Cure) Reeves Gabrels y  “Lovely” cierra el disco en clima pastoral, relajado.

Después de este disco los The Mission entrarían en un derrotero un tanto confuso, perdiendo el foco de una carrera sumamente irregular (en Inglaterra, la movida Madchester los agarró a contrapierna). Pero todavía tenemos sus tres primeros lps (los de la gloria) para volver a escucharlos en plena forma.
The Mission 1990
Wayne Hussey, Simon Hinkler, Craig Adams, Mick Brown
Discografía cercana
Children (1988) Carved in sand (1990) Grains of sand (1990).

miércoles, 27 de marzo de 2013

Discos: Red House Painters (Red House Painters, 1993)

Ya llegan los discos de otoño

Los Red House Painters fueron el grupo del cantante y compositor Mark Kozelek. Formados en San Francisco, entre 1989 y 2001 editaron 6 álbumes -casi todos bajo la tutela del sello británico 4AD- con canciones mayormente acústicas y un sonido cálido, lento y envolvente. Para muchos, una propuesta aburrida. Para otros, una música impresionista y sugerente.

Personalmente, creo que la mejor marca del grupo fue su segundo lp, el homónimo "Red House Painters" (alias "Rollercoaster") editado en 1993. Allí están las mejores canciones de Kozelek, y el grupo alcanza grandes momentos en arreglos, climas y armonías. Una colección de canciones bellísimas y atemporales, que nunca parecen envejecer.

"Grace Cathedral Park", el tema de apertura, ya contiene todos los elementos que vamos a escuchar de allí en más. La voz templada, el sonido orgánico y cálido, la flotación de acordes y arpegios. La banda trepa al primer clímax en la larga coda de "Katy song" y la distorsión controlada y paisajística de "Mistress" (que más adelante aparece reversionada solamente con voz y piano, en uno de los momentos más especiales del disco).

Entre las canciones más redondas ("Take me out", las bellísimas "New Jersey" y "Rollercoaster") el grupo se toma su tiempo para colgarse de jams climáticas como en "Funhouse". En esos momentos y en la utilización de acordes casi cercanos al jazz la banda lograba su toque distintivo, extraño y experimental.

A pesar del clima contemplativo y relajado de todo el disco, en diversas entrevistas Mark Kozelek recuerda esta grabación como "nueve meses tortuosos". Poco y nada de eso se refleja en esta música por momentos celestial.

Red House Painters- discografía completa
Down Colorful Hill (1992)-Red House Painters (aka Rollercoaster) (1993)-Red House Painters (aka Bridge) (1993)-Ocean Beach (1995)-Songs for a Blue Guitar (1996)-Old Ramon (2001).

jueves, 21 de marzo de 2013

Discos: Underwater moonlight (The Soft Boys, 1980)

El clásico de Robyn Hitchcock y The Soft Boys sigue sonando fresco y lleno de ideas a más de 30 años de editado. Tiene poco que ver con su contexto y a la vez podría haber sido grabado en cualquier otra época. Si no te dicen "es de 1980" no te das cuenta. Uno de esos discos, en verdad, inoxidables.

La clave, por empezar, está en las canciones. ¡Qué grandes esas guitarras y coros abiertos que parecen lanzados al aire en "I wanna destroy you"! ahí nomás, al comienzo, para empezar a sentir este chorro de energía de 36 minutos que es “Underwater moonlight”.

Y ya desde este primer tema nos hacemos la misma pregunta de siempre, tratándose de Robyn Hitchcock: ¿esto es música pop? ¡Claro que si! Pero se trata de ese pop que nunca será para todo el mundo. Y es que si bien los guiños y arreglos pertenecen a la mejor tradición pop (Beatles, Byrds) algo en su confección final, en su armado y su maquillaje siempre puso a la música de Hitchcock en un lugar “alternativo”, aún cuando ése término todavía no existía. En ese sentido, “Underwater…” es otro clásico disco de merodeadores de cuevas melómanas, de “entendidos”.

Otra maravilla de este álbum es la profusión de arreglos inventivos, audaces, y los toques psicodélicos repartidos aquí y allá, como en "Kingdom of love". Misteriosa en las estrofas y con gran estribillo y arreglos que cruzan a Syd Barrett con el filo New Wave. El bajo serpenteante de Matthew Seligman y los firuletes guitarreros del gran Kimberley Rew hacen el resto.

Como si en cada tema adoptara humores bien diferentes, en “I got the hots” el grupo toca una clave densa y bluseada en tono Pub Rock, mientras que en “Tonight” y sobre todo “The Queen of Eyes” (una cita directa a The Byrds) pavimentan el camino para los que estaban llegando, como los primeros R.E.M y demás “Indies”.

Hay más joyitas con el instrumental “You'll Have to Go Sideways" (una cortina casi casi de cine Clase B) y la saltarina “Underwater moonlight”, mitad canción de gnomos, mitad Power Pop para cantar en tu habitación.

El album fue reeditado en 2001 con nueve outtakes y un disco bonus (“...And How It Got There”) que es la delicia de los fans: incluye 17 temas sacados de los ensayos del disco en “The Boathouse”, un club house en Cambridge. 

The Soft Boys 1980
Robyn Hitchcock (guitarras, voz, bajo en "Insanely Jealous") Kimberley Rew (guitarra, voces, bajo y sintetizador en "You'll Have To Go Sideways") Matthew Seligman (bajo) Morris Windsor (batería y coros). 

Discografía cercana
A can of bees (1979) Underwater moonlight (1980) Two Halves for the Price of One (rarities, 1981).

sábado, 16 de marzo de 2013

Discos: Minimum maximum (Kraftwerk, 2005)


Música y confort para viajar

En 2012 tuve la suerte de viajar por tercera vez a Europa. Conecté las distintas ciudades de mi itinerario por el medio de transporte que sigo pensando que es el mejor y más bonito: el tren.

Por ese medio viajé de París a Amsterdam, de Amsterdam a Berlín y de Berlín a Praga, en un tramo bellísimo a través de los campos verdes de Bohemia.

En los viajes, conectado a los auriculares, dejé correr entero "Minimum maximum", el doble en vivo que Kraftwerk editó en 2005. Promediando el disco llegué a una conclusión que no me pareció nada exagerada, ni en ese momento de "epifanía Trans-Europa" ni ahora: es el mejor disco para viajar de todos los tiempos.

Difícil hablar de estas cuestiones sin sonar metafísicos, pero lo que tenemos aquí es una música que -en sí misma- es puro viaje. Tiene repeticion y a la vez se desplaza, junto con nosotros. "Planet of visions", las distintas etapas de "Tour de France", "Computer world", "Neon lights". Esos temas no sólo son ideales pra atravesar campos, ciudades y montañas en tren, sino que parecen haber sido compuestos (¡tal vez lo fueron!) en las cabinas asépticas e hiper silenciosas de esas naves espaciales que se desplazan sobre rieles. 

Música y velocidad. Movimiento y repetición de Krautrock. Excitación sensorial y placer derivado de la asepsia de la cabina (donde todo está en orden y el silencio hace ver el afuera como una película). Todo da como resultado un estremecimiento vital incomparable.

Después están los datos anecdóticos: el magnífico DVD (que por supuesto hay que ver) que acompaña el disco. Una fiesta visual que invita a viajar - ahora más que nunca- sin moverte de tu sillón. Mi amigo Charly me regaló el disco para un cumpleaños, y sin saberlo me estaba dando un pasaje abierto para todos los trenes y aviones del mundo.

Algo más. Como registro, "Minimum..." supera el  "greatest hits live". Esto es Kraftwerk lanzado al siglo XXI (algo que en apariencia puede sonar paradójico, tratándose de un grupo que siempre sonó en el futuro). Sonido superlativo, versiones que actualizan bien los temas, los aggiornan en el mejor sentido imaginable. 

"Minimum maximum": más importante que tu pasaporte al día para viajar por la vieja Europa.

jueves, 14 de marzo de 2013

Discos: Big time (Tom Waits, 1988)

Tal vez porque se esté terminando el verano, pero por estos días me la paso revisando los estantes de mi “discoteca B”. Esa donde se apilan cds que hace tiempo no escucho.

“Big time” fue el primer disco que escuché de Tom Waits. Yo tendría 19, tal vez 20 años, y claramente no estaba preparado para esto. Me acuerdo de ir volando a la disquería para pedirle al vendedor que me cambiara el disco. No podía entender –yo que venía del Dark y el post Punk- los ladridos y mugidos de ese sujeto que cantaba como un negro y que encima se reía de mí desde la foto interna del cd (esa misma que hoy miro y me parece genial).

Nunca lo había pensado hasta hoy, pero es probable que haya sido el viejo Tom el que me abrió la puerta de los songwriters. Es un buen dato, que joder.

Como sea, un tiempo después volví  a la disquería para comprarme nuevamente  “Big time”. Y luego fueron otros discos los que llegaron a casa: “Frank´s wild years” (en vinilo) “Raing dogs”. Todos los del período “deforme”, el que empieza con “Swordfishtrombones”, del 83.

Pero “Big time” es como el resumen de todo ese período, mejorado y en directo. Es un disco en vivo con mucho de cinta casera: el sonido de las grabaciones es desparejo, se escuchan soplidos, diferencias de volumen y todo eso lo hace todavía más un disco de bar, de taberna. Podría sonar en un bodegón de París o de La Boca. Siempre tarde en la madrugada.

Hace mucho que no escuchaba estas canciones y hoy volví a ver algo ahí. Algo vinculado a la indudable estirpe de songwriter de Waits.

“Cold cold ground” tiene ese acordeón bohemio y marinero y “Underground” sintetiza el ADN del proyecto de Waits por entonces: aires de polka, de soundtrack de baja estofa. Todo eso que el cine independiente usufructuó durante años, gracias a la cruza que hizo Tom antes que nadie de lo profano, el blues bajo, la música de cabaret y el ruido industrial Sin abandonar nunca su hija dilecta, la canción.
Hay mucha tela para cortar en “Big time”. Hoy cualquier perejil haría una carrera entera (si la hace) con la cuarta parte de estas canciones.  “Straight to the top” parece tocada en un sótano infecto y la impresionante versión de “Rain dogs” pisa el charco de unos Balcanes empapados de alcohol.  
Y hay bastante más en el lote canción sentida. “Yesterday is here” (“hoy son cielos grises/ mañana son lágrimas/ vas a tener que esperar a que el ayer esté aquí”) suena en un clima de madrugada quieta. Y luego están las bellísimas “Train song” (esa voz atronadora es para cantar en la puerta de un cementerio a ver si alguien se despierta, con altísimo octanaje de Blues y de Soul) y “Johnsburg, Illinois”, que era la favorita de mi viejo y con quien solíamos escucharla al lado de los equipos.
Años después logré enganchar, en el cable, la película “Big Time” sobre estos shows, con Waits en el papel de vendedor de tickets y luego –ya en el escenario- cantando adentro de una bañadera.  "Big time" es uno de esos discos para escuchar con amigos o solo, pero siempre muy tarde a la noche. Una canción atrás de otra, o en puñados de a cinco o seis.
“Es solo tiempo” canta Tom sobre el final.  Es solo tiempo el que te va a traer de vuelta a estas canciones.
Tom Waits- discografía cercana
Frank´s wild years (1987) Big time (1988) Bone machine (1992).

martes, 12 de marzo de 2013

miércoles, 6 de marzo de 2013

Discos: X∞ multiplies (Yellow Magic Orchestra, 1980)

En 1980 el pop era en gran medida Synth Pop. Y ahí estaba la Yellow Magic Orchestra como pionera en esto de hacer música con computadoras, teclados y un incipiente uso del sampler. Todas herramientas que dominarían la música en los años siguientes. Pero ellos -hay que recordarlo- fueron de los que hicieron los primeros palotes.

¿Qué queda del sonido de la Y.M.O, de sus discos, más de treinta años después? Lo primero que salta a la vista (o al oído) al escucharlos es una sensación de frescura y dinámica asombrosos. Esta música suena como si los integrantes del grupo se estuvieran divirtiendo al momento de hacerla. Como si estuvieran dibujando con lápices de colores sobre un mapa en blanco. Y es que en realidad era un poco así ¿no?

Todos sus primeros discos (tal vez hasta "BGM", 1981) son buenos y valiosos, pero hoy en Ultravivido le damos vueltas a "X∞ multiplies", de 1980.

Arrancan con un pseudo-Glam Rock (¡con guitarras y todo!) llamado "Ice age" y sólo un poco más adelante tenemos esa maravilla de música a la velocidad de la luz (ideal para viajar en el tren bala con auriculares) que es "Rydeen". Guau. Qué música completa. Es asombrosa la precisión con la que todo está encastrado y la puntería para que cada sonido ocupe su lugar, sin gastos de más. Una música que va al grano y no se detiene.

Este disco suele escucharse en dos versiones, la original japonesa y la norteamericana, con tracklists muy diferentes entre sí (en la japonesa aparecen pequeños sketches separando los temas, entre otras cosas). Otro instrumental notable acá es "Technopolis", y en el tema "Multiplies" el grupo ensaya una especie de Ska robótico, antes de terminar con "Solid state survivor", otro tema buenísimo. Al igual que "Behind the mask", dos canciones ideales para musicalizar un buen documental sobre tecnología en el siglo XX.

Yellow Magic Orchestra
Ryuichi Sakamoto, Yukihiro Takahashi, Haruomi Hosono.

Álbumes de estudio
Yellow Magic Orchestra (1978) Solid State Survivor (1979) ×∞ Multiplies (a.k.a. Zoshoku) (1980) BGM (1981) Technodelic (1981) Naughty Boys (1983) Naughty Boys Instrumental (1983) Service – Japan No. 5 (1983) Technodon – Japan No. 2 (1993).

sábado, 2 de marzo de 2013

Nueva ola: The Vaccines



Cuando mis amigos me preguntan qué banda nueva me gusta, lo primero que contesto es The Vaccines. ¿Por qué será que me sale tan rápido ese nombre entre tanta marea informativa y datos que (irremediablemente) se pierden?

Me caben The Vaccines. Tienen canciones. Y son buenas, frescas, energéticas y se te pegan como marcador indeleble. Las escuchás una vez y ya está. No te las olvidás.

El grupo me gustó desde el primer compás que escuché de ellos: los bríos inolvidables de "Wreckin´bar (ra ra ra)", primer single que grabaron y el tema que abre su lp debut de 2011. Lo primero que me gustó es esa frescura de las melodías, que surfean sobre ritmos a menudo frenéticos, otras a media máquina pero siempre con pulso firme y nada forzado.

The Vaccines suenan naturales, ahí hay otra clave. Saben ser suaves (chequear "A lack of understanding") y apretar el acelerador cuando cabe. Por momentos se acercan al nerviosismo de unos Arctic Monkeys, por otros suenan con la inocencia pop de los legendarios The La´s. De éstos parecen tomar, de hecho, esos aires lejanamente western que flotan en las melodías (aunque lo único que tienen de "Western" estos chiquillos es que se formaron en el West London).

Algunos datos más: arrancaron en 2010 (fueron el único grupo que tocó en el show de Jools Holland sin tener editado siquiera un single) y ya tienen dos discos en la calle. El bautismo "What did you expect from The Vaccines?" (2011) y el fantástico y superador "Come of age", de 2012.

Su cantante se llama Justin Young (¡vaya nombre rebosante de frescura!) y si uno repasa las fotos del grupo parecen sacados de una revista adolescente (un temazo de ellos se llama "Teenage icon", y la tapa de su segundo disco muestra a una banda eternamente joven de niños con look rockero: la inocencia eternizada). Salud por ellos.

The Vaccines
Justin Young (voz y guitarra) Freddie Cowan (guitarra) Arni Arnason (bajo) Pete Robertson (batería).