Una astuta película, que logra esquivar con indudable elegancia e interesantísimos toques arty los casi siempre recalcitrantes lugares comunes de las biopics sobre músicos de rock y aledaños. Esas con la compulsión de dejar un "mensaje", o un "sentido", un "cierre" a las distintas versiones y opiniones sobre esa celebridad, jugándose por una u otra.
"I´m not there" hace otra cosa, en este caso con Dylan. Termina agrandando el mito de tanto ocultar sus lugares fáciles. De tanto cagarse en las "versiones oficiales". Nada es "oficial" acá. La película agranda el mito por un extraño mecanismo de deconstrucción de influencias- fantasmales, muchas de ellas- a través del tiempo. Una película sobre las partículas que esparce Dylan, desde antes de él, hasta él y después de él.
Un universo donde todos hablan el mismo idioma aún sin conocerse entre sí. Un modo de ser "Dylan" en el mundo, tal vez.
Otra cosa. La película de Haynes habla mucho de Bob sin mostrar a Bob, a no ser por esa sutil imagen final, ya yéndose el último de los 135 minutos de film, con el Dylan "verdadero" tocando su armónica, en un escenario a oscuras. Cuando tiene que ocuparse de él, aparece un Dylan interpretado por una magistal Cate Blanchett. Qué bueno eso: un Dylan- mujer, eternamente empastillado, sexy, pasado de anfetaminas, siempre a tiro con su lengua hiper venenosa.
La peli se ríe, por cierto, de los dylanianos. De los fans "duros". Se ríe de las "biografías oficiales".
Otros dylans que flotan en la peli: un niño negro que se hace llamar Woody Wuthrie; un cantante de protesta incomprendido por su público (interpretado por Chris Bale), un actor de moda incomprendido por su pareja, Billy the Kid. Todos ellos, dylanianos antes de dylan, o con dylan, es lo mismo.
Hay una escena antológica de Bob con unos Beatles empastillados.
Y me gustó el soundtrack, los temas que Haynes eligió. Me gustó a mí que no soy ni ahí un fan de Dylan. Es más, elijo sus canciones con estrictísimo cuentagotas.
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