viernes, 7 de noviembre de 2008

Cosecha 08

TV on the radio, Dear Science (DGC/ Interscope, 2008)

Los newyorkers de TVOTR siguen siendo una de las bandas mas interesantes de estos años de hiperinformación. En "Dear science" parecen haber encontrado un punto de fuga hacia un lugar más luminoso, menos tortuoso e intrincado y más volcado a la apertura rítmica funk que siempre destilaron. Soul posmoderno y post-dance.

Sin embargo, a poco de empezar a recorrer el álbum, se echan en falta ese par de canciones que quitaban el aliento, como en su segundo disco, "Return to cookie mountain".

Lo que es interesante en TVOTR es la fórmula (esa cosa dark-funkera electrificada e hipnótica). Pero la fórmula, sin temas, a veces se cae por su propio peso. "Dear science" es un disco correcto, que se las agrega para pasear por ritmos y climas, pero que no agrega demasiado a lo que el grupo mostró hasta acá.


Quiet village, Silent movie (K7, 2008)

Si hay un disco "ecléctico", ese es "Silent Movie". Arranca como easy listening ambiental ("Victoria´s secret") y sigue como funk de un spaghetti western imaginario, craneado por un Ennio Morricone electrificado ("Circus of horrors"). A la altura de "To high to move" (track 4) la cosa se pone realmente encantadora, con un pulso mid tempo flotante y mucho background soulero detrás. Este es el mejor momento del disco.

Pero el recorrido de citas (ese peligroso "eclecticismo" que mencionamos mas arriba) da su primer paso en falso con "Pacific rhythm", un incomprensible reggae que parece sacado del peor Morcheeba. ¡Qué lastima, el disco navegaba tan lindo! En la segunda mitad, SM retoma por pasajes cuasi atmosféricos (cita casi textualmente y sin demasiada gracia al "Pyramide" de Alan Parsons) y se va ahogando en cierta intrascendencia chill out (que palabra vieja!) en la que parece perderse.
* Quiet Village es el proyecto de Matt Edwards (Radio Slave) y Joel Martin. Remixaron, entre otros, a Gorillaz.


Matmos, Supreme balloon (Matador Records, 2008)

El nuevo disco de Matmos es un extraño experimento de sintetizadores, a través de un devenir verdaderamente peculiar. El trip se va desdibujando de forma encantadora a medida que deja minutos de música detrás. Terminamos en un lugar bastante alejado de donde comenzamos el trayecto. Y eso está buenísimo.

Son apenas unos 44 minutos de una música -al menos en su primera mitad- difícil de atrapar. Lo abstracto de lo abstracto. La música de Matmos, aquí, no remite a nada. No tiene punto paisajístico, no habla de nada del mundo conocido.

En el comienzo ("Rainbow flag") yo escucho cita a The Residents. Una música alocada en plan "dadaísmo abstracto". "Polychords" levanta con pulso bailable (bah, bailable en Matmos es mirarse al espejo con cara de dormido y mover los hombros, la cabeza, intentar un break-dance roto y mal articulado).

En "Mister mouth" y "Exciter lamp" (tracks 3-4, el pico abstracto del álbum y el colmo de los jueguitos electrónicos a los que juega Matmos) la música parece surgir de cosas rotas, cables en corto, osciladores que se volvieron locos. Una verdadera mini sinfonía del desastre post-post industrial. ¡Lo que ningún cineasta todavía se animó a mostrar! Uno mira los parlantes, las paredes...¿hay algo roto? ¿el sistema se volvió loco?

"Les Folies Francaises" es algo así como música de corte del siglo XVIII hundida en cromo. A partir de acá, el disco entra en otro terreno, que va a explorar largo y tendido en el experimento kraftwerkiano (vía "Autobahn") de 24 minutos que es "Supreme balloon" (track 7). Amplio relax, ahora sí, paisajístico. El álbum cierra con la reposada y soñadora "Cloudhopper".

No hay comentarios: