miércoles, 18 de marzo de 2009
Mes vacances a Rio
Estuvimos en Bahía y en Río.
En Bahia todo es samba reggae y otros derivados horrendos de los que desconozco clasificación. Y es todo el tiempo así. Arriba. Muy arriba.
En Brasil en general, conviven con la idea de músicas mezcladas. Un bar tiene puesto algo, y el de al lado otra cosa. Las dos a altisimo volumen (otra característica general). Todo eso se mezcla a cada paso que das.
En Bahía todo lo que sonaba eran discos grabados en vivo, donde el cantante se la pasa arengando a la gente, hasta el hartazgo. Se ve que suenan bien, y que los músicos (sobre todo bateristas y bajistas) son tremendos. Pero la música es horrorosa. También hay DVDS con eso. ¡Ni en el catamarán al Morro de Sao Paulo nos dejaron en paz, y lo ponían a todo lo que da, a las 9 de la mañana!
El uso cultural de la música, en Brasil, es autorreferencial, todo el tiempo. No descansa. Es Brasil,Brasil, Brasil, Brasil. Recorriendo los barrios, entré en pequeñas disquerías (hay muchas de vinilos). "Bueno" pensaba yo, "acá voy a escuchar otra cosa". Error. Más Brasil. Por ahí era un Caetano, un Jorge Bem. Pero era Brasil.
Me irritó un poco tanto chauvinismo. Me hizo odiar un poquito esa música que en realidad, siempre me gustó.
Garoto en Ipanema
En Río dejé de escuchar esos discos horribles arengando, pero no dejé de escuchar "Brasil". Tienen unas disquerías impresionantes, realmente muy bonitas. Encontré una en Barata Riveiro (The Modern Sound) con dos pisos y un subsuelo enteramente dedicado a los vinilos. Creo que pocas veces vi tantos LP juntos. Unos negros estaban escuchando algo ultra funkero de Tim Maia y hacian "air bass" siguiendo el groove 70´s.
En el mp3 del celular yo había llevado Animal Collective, Laura Nyro, el nuevo de Eno-Byrne, algo de Massive Attack. Sonaron como música venida de otro planeta.
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