miércoles, 23 de septiembre de 2009

Discos: Hounds of love (Kate Bush, 1985)

Género: obra maestra de la Dama Británica 

Uno

Con los años, la figura de Kate Bush parece crecer. Como si los años expandieran su luminosidad, su influjo.

A veces pienso que para todas aquellas chicas que están comenzando a hacer música desde una perspectiva personal, íntima y que respete las exigencias de su propia libertad, la imagen y la obra de Bush son insoslayables. Más que Madonna, o cualquier otra estrella pop que transite por lugares seguros y conocidos.

En ese sentido, Kate es el faro que alumbrará por siempre a las raras. 

En esa tradición de Twisted girls hubo algunos eslabones intermedios, que incluyen a Tori Amos y más acá a Bjork, que de alguna manera revitalizó y monopolizó la corriente a mediados de los 90´s. Pero antes de todas ellas, ya en los oscuros ochentas, estuvo esta sofisticada Dama Británica sembrando en soledad. Y así llegamos hasta hoy, donde encontramos un rebrote de sus influencias en chicas como Natasha Khan (Bat for Lashes), Annie Clarks (St. Vincent) y hasta en Regina Spektor, al menos en su costado más relajado y de cámara.

En todo caso, la maravilla de Kate Bush es la de una artista bastándose (y abasteciéndose) a sí misma. Su universo musical es el del genio loco en su laboratorio. Allí, uno se la puede imaginar con sus artefactos, teclados y sonidos; lidiando con esos polirritmos y polifonías de voces que le resuenan todo el tiempo en la cabeza, armando algo que siempre se elevará sobre la media de la música pop ordinaria.

Y en el corazón de su música, sus obsesiones de gnomos, de historias medievales; figuras ensoñadas y relatos épicos, todo mezclado con sus propias ideas sobre la soledad, el amor y el aislamiento creativo del mundo.

Dos

 
"Hounds of love"-
el quinto disco de Kate- es un experimento pop de cámara notable. Un disco que bajo su superficie oculta una batalla (nunca resuelta del todo) entre agitación y calma, entre aspectos percusivos y momentos relajados. El orden que encuentra es único y absolutamente original.

Y es que en algún punto, los discos de Bush comparten cierta tensión con los de John Cale: clasicismo y vanguardia pelean por la supremacía. Presentan momentos pop dentro del cánon, pero todo peligra en un instante, con un arrebato iconoclasta. Como oyentes, en ninguno de los dos casos estamos del todo seguros.


Presentada como una suite en dos partes, "Hounds of love" funciona como un gabinete de curiosidades del “universo Bush”. En la primera mitad, los temas  pop más "directos" , incluidos los cuatro singles que cortó el álbum. “Running up that hill (a deal with God)” no dejará nunca de producirnos extrañas e inclasificables emociones con su enigma sonoro. Una maravilla superlativa del pop de todos los tiempos. Aquí Kate nos invita, casi nos suplica: “C´mon angel, c´mon darling/ let me steal this moment from you know/ let´s exchange the experience”.

"
Hounds of love” (el tema) ya presenta esa cosa percusiva y tribal que sobrevuela todo el álbum, enganchandose con “The big sky” y su declaración de principios (“I´m looking at the Big Sky/ you never understood me/ you never really tried”). A partir del minuto y medio la canción suma partes percusivas, voces y trepa en energía hasta la polifonía final. Es el tramo más energético del álbum.

La relajada “Mother stands for comfort” maneja climas al estilo del Eno de los 70 (¿Kate es la manifestación pop de Eno, su verdadera discípula pop?) y esa primera parte cierra con “Cloudbusting” y sus cuerdas de marcha clásica. Al escucharla, queremos que ese “I just know that something good is going to happen” dure para siempre.  



La segunda parte del álbum (“The ninth wave”) trata sobre la historia de una mujer perdida en el océano durante una noche. Aquí el disco gana en  experimentación y presenta una estructura más fragmentada.

La energía inicial cede ante pasajes casi de cámara y de una belleza suprema, como el comienzo al piano de Kate en “And dream of sheep”. Un momento autónomo del disco: apenas 2 minutos, 45 segundos que podrían sostener y detener el tiempo por sí mismos.

A partir de allí la frontera entre canciones se borra un poco y predomina el concepto de collage: voces, cuerdas, grabaciones, se disputan premacía. El tramo menos ortodoxo dentro de un disco -ya de por sí- poco ortodoxo. “Waking the witch” (la “Revolution 9” del álbum) indica el punto álgido de la experimentación.

La calma vuelve con “Watching you without me” donde el narrador manifiesta una y otra vez la imposibilidad de ser escuchado.
En el tramo final, las gaitas tribales abren “Jig of life”, mientras que Hello earth” nos vuelve a traer a la Kate más íntima, al piano, saludando maravillada los fenómenos estelares en plena noche: “All you sailors/ all life- savers/ all you cruisers/ all you fishermen/ head for home/ go to sleep little earth/ i was there at the birth”. Es uno de los momentos más profundos, bellos y distantes, a la vez, de todo el álbum. En dos ocasiones, la música se interrumpe en un vacío espacial donde todo queda flotando por varios segundos.


El cierre del disco es con “The morning fog” (y siguen las referencias a la naturaleza y a los fenómenos que están allí para maravillarnos y que no solemos captar). Una pequeña gema atemporal de voces que se responden a sí mismas hasta desvanecerse, apenas dos minutos y medio después.

Y nosotros volvemos a confirmar que pocos artistas en ningún otro momento de la historia del rock llegaron hasta estos sitios inexplorados, salvo Madame Bush. 

Bonus
 

* Para "Hounds of love" Kate se rodeó de colaboradores habituales: Stuart Eliott y Charlie Morgan, en batería; Del Palmer en bajo y Paddy Bush en violines, balalaika y coros. Ella tocó piano, fairligh y por supuesto, canta, doblando sus propias voces.
* Para esta época, Bush construyó un estudio propio cerca de su casa, donde produjo ella misma el disco.
* En 2002, la Q Magazine colocó a "Hounds of love" en el tercer puesto entre los mejores discos de una artista femenina de todos los tiempos.

1 comentario:

Abacab dijo...

Qué decir de Kate. Mi gran dama del rock británico, como suelo llamarla.

Este disco es mucha tela. Comparto completamente lo que mencionas sobre "Hello earth"; se me eriza la piel cada vez que la escucho y a medida que la recuerdo mentalmente mientras escribo este comentario.

La pregunta es: ¿tardará otros 13 años en volver a editar un disco, como pasó entre "The Red Shoes" y "Aerial"? La respuesta mía es: si es para llegar a presentar piezas tan emocionantes como "Sunset" merecerá la pena esperar.

Saludos!