Humbug, tercer disco de los Arctic Monkeys, sorprende.
La dupla que abre fuego (My propeller/ Crying lightning) está más que bien, y sienta las bases de lo que será el resto del disco: un saludable redireccionamiento de la habitual energía del cuarteto de Sheffield hacia nuevos territorios.
¿Inyección de psicodelia? Tal vez. Se comenta que los púberes estuvieron escuchando mucho Hendrix antes de entrar a grabar, aunque acá las influencias parecen venir de otros lados. Por momentos yo escucho ecos de los Echo and The Bunnymen más retorcidos. También sobrevuelan los climas sombríos del proyecto paralelo de Alex Turner, The Last Shadow Puppets (de hecho, uno de los productores de Humbug es James Ford, el mismo de The age of understatement). El disco se grabó en NY, Los Angeles y en los estudios Rancho de la Luna, en el Desierto de Mojave.
Siguiendo con el tracklist, Dangerous animals extiende un poco más el fogonazo inicial. Secret doors empieza a bajar el timing y a darle forma a lo que el disco desarrollará con el correr de los minutos: más clima, más calma, más background ambiental detrás de las canciones, que ahora son menos golpeadoras y más venenosas.
Potion apprach (ya estamos en mitad del disco) se parece más a cualquier tema de los dos primeros cds. Hay algo que siento como altamente saludable en estos cambios que proponen los Arctic: parecen haberse dado vuelta y rebelado contra cierto achatamiento de su fórmula. El disco suena a dientes apretados, pero mirando hacia adentro. Suena a "hagámonos fuertes acá entre nosotros, lo demás no importa".
Pero pasando la mitad del disco, la sensación que empieza a flotar, sin embargo, es que la producción de ambiente tapa un poco la falta de buenos temas, de esos que la rompían en los dos primeros discos. A la altura de Cornerstone ya casi están perdidas las esperanzas de que el disco vuelva a levantar a punto "bardo": los chicos se coparon con bajar el ritmo y trabajar climas más tranquilos. ¿Canciones? Bueno, no podríamos decir que los Arctic lleguen a eso. Otra cosa: en tempos bajos el grupo tal vez desnude su falta de poder compositivo real. Parecería que son mejores allá arriba, en la locura de arreglos y vértigo rockero.
Dance little liar muestra su garra después de tres minutos densos. Pretty visitors vuelve a levantar a "punto Monkeys" (Arctics, no confundir), pero no abandona esa insistencia en lo mórbido, en lo "todo mal" que respira el disco. El cierre es con The jeweller´s hands, con sus 5 minutos 42 segundos. Todo un dato para un grupo de ráfagas cortas.
* * *
Humbug demanda varias oídas. Es un disco retorcido, fumón, percusivo y cavernoso, que en varios momentos amenaza con hundirse de tanto maquillaje.
Parece un disco "hacia adentro": el disco de un grupo encerrado, tratándose de aislar del entorno y las adulaciones. Concentrados en lograr algo diferente. Una voz nueva.
La dupla que abre fuego (My propeller/ Crying lightning) está más que bien, y sienta las bases de lo que será el resto del disco: un saludable redireccionamiento de la habitual energía del cuarteto de Sheffield hacia nuevos territorios.
¿Inyección de psicodelia? Tal vez. Se comenta que los púberes estuvieron escuchando mucho Hendrix antes de entrar a grabar, aunque acá las influencias parecen venir de otros lados. Por momentos yo escucho ecos de los Echo and The Bunnymen más retorcidos. También sobrevuelan los climas sombríos del proyecto paralelo de Alex Turner, The Last Shadow Puppets (de hecho, uno de los productores de Humbug es James Ford, el mismo de The age of understatement). El disco se grabó en NY, Los Angeles y en los estudios Rancho de la Luna, en el Desierto de Mojave.
Siguiendo con el tracklist, Dangerous animals extiende un poco más el fogonazo inicial. Secret doors empieza a bajar el timing y a darle forma a lo que el disco desarrollará con el correr de los minutos: más clima, más calma, más background ambiental detrás de las canciones, que ahora son menos golpeadoras y más venenosas.
Potion apprach (ya estamos en mitad del disco) se parece más a cualquier tema de los dos primeros cds. Hay algo que siento como altamente saludable en estos cambios que proponen los Arctic: parecen haberse dado vuelta y rebelado contra cierto achatamiento de su fórmula. El disco suena a dientes apretados, pero mirando hacia adentro. Suena a "hagámonos fuertes acá entre nosotros, lo demás no importa".
Pero pasando la mitad del disco, la sensación que empieza a flotar, sin embargo, es que la producción de ambiente tapa un poco la falta de buenos temas, de esos que la rompían en los dos primeros discos. A la altura de Cornerstone ya casi están perdidas las esperanzas de que el disco vuelva a levantar a punto "bardo": los chicos se coparon con bajar el ritmo y trabajar climas más tranquilos. ¿Canciones? Bueno, no podríamos decir que los Arctic lleguen a eso. Otra cosa: en tempos bajos el grupo tal vez desnude su falta de poder compositivo real. Parecería que son mejores allá arriba, en la locura de arreglos y vértigo rockero.
Dance little liar muestra su garra después de tres minutos densos. Pretty visitors vuelve a levantar a "punto Monkeys" (Arctics, no confundir), pero no abandona esa insistencia en lo mórbido, en lo "todo mal" que respira el disco. El cierre es con The jeweller´s hands, con sus 5 minutos 42 segundos. Todo un dato para un grupo de ráfagas cortas.
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Humbug demanda varias oídas. Es un disco retorcido, fumón, percusivo y cavernoso, que en varios momentos amenaza con hundirse de tanto maquillaje.
Parece un disco "hacia adentro": el disco de un grupo encerrado, tratándose de aislar del entorno y las adulaciones. Concentrados en lograr algo diferente. Una voz nueva.
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