Su disco Volcano choir (Jagjaguwar, 2009) es un estudio casi ambiental, atmosférico, de acústicas y voces espectrales, con escasísimo anclaje en la canción (chequear la oleada instrumental de casi 7 minutos "Seeplymouth"). Una música que habla del paisaje, pero desde el confort del interior. Sus canciones fueron compuestas en el verano de 2005.
En algún punto, Volcano choir es algo así como el negativo del aclamado disco de canciones de Vernon, For Emma, forever ago. Un disco casi al borde del silencio, para colocar junto al nuevo de David Sylvian, Manafon.
Monsters of folk es otro combo folkie, en este caso integrado por Jim James (My Morning Jacket), M. Ward (¿alguien se acuerda de ese bonito disco ´05 que fue Transistor radio?) y dos miembros de Bright Eyes, Conor Oberst y Mike Mogis. La Pitchfork los define como los Travellin Wilburys de nuestra época.
Su disco homónimo -editado por Rough Trade- transita por distintas acepciones de lo "folk". Pasa por momentos reposados, como la bellísima Dear god y enseguida levanta con la contagiosa alegría de Whole lotta losin´. En el camino, deja bastante tela para cortar y reescuchar, en canciones luminosas que parecen disparar en muchas direcciones, de a una por vez.
En su tramo medio, el disco pierde originalidad aunque gana en efecto pop. Del track 10 en adelante (con M. Ward haciéndose cargo de Slow down Jo) vuelve a ganar terreno aquel misterio inicial.
¿Precandidato en la lista de discos del año?
En algún punto, Volcano choir es algo así como el negativo del aclamado disco de canciones de Vernon, For Emma, forever ago. Un disco casi al borde del silencio, para colocar junto al nuevo de David Sylvian, Manafon.
Monsters of folk es otro combo folkie, en este caso integrado por Jim James (My Morning Jacket), M. Ward (¿alguien se acuerda de ese bonito disco ´05 que fue Transistor radio?) y dos miembros de Bright Eyes, Conor Oberst y Mike Mogis. La Pitchfork los define como los Travellin Wilburys de nuestra época.
Su disco homónimo -editado por Rough Trade- transita por distintas acepciones de lo "folk". Pasa por momentos reposados, como la bellísima Dear god y enseguida levanta con la contagiosa alegría de Whole lotta losin´. En el camino, deja bastante tela para cortar y reescuchar, en canciones luminosas que parecen disparar en muchas direcciones, de a una por vez.
En su tramo medio, el disco pierde originalidad aunque gana en efecto pop. Del track 10 en adelante (con M. Ward haciéndose cargo de Slow down Jo) vuelve a ganar terreno aquel misterio inicial.
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