miércoles, 30 de junio de 2010

Ariel Pink´s Haunted Graffiti

Uno
Cada tanto alguien (todavía no sabemos si se trata de un artista o no) se acerca a la música (a su producción, a su modo de escucharla y ejecutarla) como si se tratara de un acto nuevo, sin historia ni reglas. 

Ocurre muy de vez en cuando y esta irrupción, a su vez, tiene poco que ver con los "resultados" obtenidos. Como oyentes nos quedamos sin armas para juzgar algo que por su estructura o su combinación parece radicalmente nuevo.

Dos 
Todo esto que cuento me pasó alguna vez con los Stereo Total, o con Cody Chesnutt. Hace poco con el disco de Javelin (No más) y en mayor medida con este "Before today", de Ariel Pink´s Haunted Graffiti. No vamos a deternos aquí a contar la historia de Pink, ni de como llegó a este álbum y fue fichado finalmente por 4AD. Para eso está Wikipedia.

Tres
Por empezar, hay algo en esa fuerza low fi- transparente de "Bright Lit Blue Skies", como condensando decenas de partículas de un pop que ya escuchamos y que sin embargo se nos aparece como inédito. ¿O lo que es inédito es una frescura que ya no estábamos preparados para recibir? "Fright night (nevermore)" es excitante en su mezcla de synth pop, climas y voces. Todo sucediéndose, fragmentándose sin darnos tiempo para pensar (¡qué bueno eso!). 
  
"Round and round" sigue en esa veta setentosa (funky, noche, sintetizadores como señal de futuro) y muestra motivos melódicos para luego esconderlos y pasar a otra (otras) cosas. Como un juego histérico, volátil: lo que estaba, ya no está. Es cierto: al ratito de escuchar "Before today" podemos aburrirnos un poco de tanto fragmento sin sustancia. Pero bien puede ser un resabio, una resaca de nuestra tendencia a la completitud. Nuestros oídos, muy probablemente, estén mal acostumbrados. 

Y seguimos bailando con "Beverly kills", para darle paso a la duda ("che ¿pero está bueno esto o no?") entre "Butt-House Blondies" y "Little Wig", dos ejercicios de pop bizarro, fracturado. 

Por momentos, la música de Ariel Pink me hace acordar a los momentos más cándidos e inocentes del primer Sean Lennon, el de "Into the sun" (1998). En esa veta escucho la bonita "Can´t hear my eyes", sin ir más lejos.

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