miércoles, 16 de abril de 2008

Algo sobre Nick Drake

Ya hay mucho dicho y escrito sobre el joven, bello y muerto a los 26 años Nick Drake. Que era un joven depresivo. Que volvió desolado luego del fracaso a la casita de sus viejos. Que al lado de su lecho de suicida había un viejo tocadiscos con los conciertos brandenburgueses de Bach. Que sus discos no vendieron nada en vida, etc, etc. Pero a mí me parece que nunca es suficiente. O mejor dicho, que nadie pueda terminar de decir nunca lo definitivo sobre Drake.

¿Y qué es eso tan “definitivo”? Bueno, quizá tenga que ver con esa sensación casi metafísica que nos produce escuchar esa voz. Una voz que parece venir de otro lado (siempre me impactó la tapa del Fruit Tree: an introduction to Nick Drake: ese niño-andrajoso con aires de duende encantado...¿de donde viene? ¿Que es esa bruma que se ve detrás de él?).

Quizá lo definitivo sea decir que nunca va a escucharse nada igual a esa voz de aquí a los finales de la historia del rock. Que nunca existirá un lugar más celeste -y celestial- que esos tres discos que Nick grabó entre 1969 y 1972.

Que- esto sí lo leí una vez, lo dijo alguno de los R.E.M- cada vez que alguien pone un disco de Drake en algún lugar las personas que allí se encuentran se ven en la obligación de bajar la voz, o directamente, hacer silencio. Conozco pocos elogios mejores para una música: la capacidad para producir silencio a su alrededor. Ese pensamiento, en un mundo hipercontaminado de basura auditiva como el de hoy, me gusta cada vez más. Me gusta cada vez mas la idea de quedarme solo con los discos de Nick Drake, y ya.

Y otra idea. La música de Drake nos hace ser mejores personas. Como la literatura de Proust, o de Flaubert. Mejores, simplemente. Mas sensibles al mundo, mas reflexivos. Menos hirientes y egoístas.

Solo quedan cinco hojas (Five leaves left)

Hay un movimiento como de síntesis en su obra. Esa síntesis que hacen todos los grandes artistas hacia el final. “Pink Moon” son apenas 27, 28 minutos de una voz y una guitarra. Algún piano, quizás, suelto por allí. Y nada más. Pero son 28 minutos de una belleza de otro planeta (cuando llega el otoño suelo inaugurarlo -feliz de saber que voy a salir a caminar pisando hojas amarillas- escuchando esa seguidilla de canciones iniciales del disco: Pink Moon, Place to be, Road).

Northern sky” no es una canción de este mundo. Definitivamente no. ¿Que vamos a decir? ¿Que lugar común vamos a utilizar? ¿Qué cuando suena esta canción el tiempo y el espacio parecen “flotar”, o "detenerse"? Bueno, al carajo si usamos lugares comunes porque sí, es eso lo que pasa con esa canción. No hay otras palabras para usar.

Más alto que Nick Drake no hay nada. Ni más diáfano, ni inviolable. Nunca nada ni nadie podrá destruirlo ya.

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