Pop sintetizado, lento y ondulante. Un chill out que sin embargo no cae del todo. Voces moduladas, funk mutante, efectos de audio ("¿estarán cagados los agudos del amplificador?"). Cristalinidad.
Todo esto y más se puede decir del disco debut de Toro y Moi, el alias detrás del norteamericano Chazwick Bundick: una especie de nerd de anteojos con pinta de extra en película blaxplotation. O un hermano electrónico de Sean Lennon.
Chaz nació en 1986, y en 2009 se graduó como bachiller en diseño gráfico en la Universidad de South Carolina. Después de un fallido proyecto de banda indie, llegó a su propio disco a través de Park Records.
Su álbum debut, Causers of this (editado en febrero de este año) es un mantra electrónico para volar, dormitar o simplemente, bajar de cualquier estado excitatorio. La prensa habla de chillwave para referirse a este (¿género?) que traza una autopista directa hacia la desintoxicación. Apenas 33 minutos que pasan rápido y lustran los oídos.
Si usted quiere ser moderno y saber nombres de subgéneros exóticos, repita: chillwave, glo- fi, new-out, Toro y Moi.
viernes, 26 de febrero de 2010
jueves, 25 de febrero de 2010
Reviews: I´m new here (Gil Scott Heron, 2010)
Con 40 años de carrera y después de 16 años de silencio, hay un nuevo disco de Gil Scott- Heron.
¿Es esto noticia? Bueno, ni bien empieza a reptar el clima siniestro y filoso de su nuevo disco, I´m new here ("soy nuevo aquí": la primera de una serie de declaraciones de principios y nuevas preguntas a la edad de 60 años) uno empieza a sospechar que sí, que hay algo para decir (y sobre todo, escuchar).
Lo primero, que sorprende el registro afilado y desnudo. Y que pone la piel de gallina, por momentos, el crooner casi blusero que Gil Scott muestra aquí. El "padre del rap" (vía sus discos de "spoken word" sobre bases funk y jazz de los 70´s) y "el Dylan negro" pasó estos últimos años entrando y saliendo de prisión y de rehabilitaciones y viviendo con HIV. Y vuelve, aquí, pidiendo que nos sentemos a escuchar atentamente.
"I´m new here" tiene todas y a la vez ninguna de las características de un "disco regreso". Está la producción/ maquillaje electrónicos, casi de trip hop; está el fantasma gravitario del mete narices todo terreno de Damon Albarn; el padrinazgo de XL Recordings y las reviews reivindicatorias en revistas y blogs especializados...
Está todo menos la luminosidad que demandaría cualquier operativo retorno. Nada de eso. Estamos ante un disco austero, oscuro, casi esquelético, cuya armazón apenas busca sostener las meditaciones agrias de un poeta que declara ser nuevo aquí, pero para olvidar. Y que se siente solo en una ciudad de millones de habitantes ("New York is killing me").
Reviews: Acolyte (Delphic, 2010)
Delphic es un trío (eventualmente cuarteto) oriundo de Manchester.
¿Un género? Podríamos etiquetarlos ampliamente como synth pop post- dance. Esa clase de electrónica que se cuela tanto en tu living como en una hipotética pista de baile en busca de oxígeno, luego de la saturación que la escena dance experimentó en los 00´s.
El disco debut de estos chicos se llama Acolyte: diez canciones en poco más de 50 minutos, grabadas en Berlin. Una producción cuidada que por momentos entusiasma y por otros corre el peligro de adormilarse. El disco cortó (hasta acá) tres singles que tiene bastante entusiasmada a la prensa inglesa. O sea, es probable que ya empiece a circular el primer hype del año.
Tenemos entre manos algo para archivar entre los Wild Beasts, Seeland y The Teenagers. Y para recordar la originalidad que en su momento despuntó en los Postal Service, antes que todos ellos.
¿Un género? Podríamos etiquetarlos ampliamente como synth pop post- dance. Esa clase de electrónica que se cuela tanto en tu living como en una hipotética pista de baile en busca de oxígeno, luego de la saturación que la escena dance experimentó en los 00´s.
El disco debut de estos chicos se llama Acolyte: diez canciones en poco más de 50 minutos, grabadas en Berlin. Una producción cuidada que por momentos entusiasma y por otros corre el peligro de adormilarse. El disco cortó (hasta acá) tres singles que tiene bastante entusiasmada a la prensa inglesa. O sea, es probable que ya empiece a circular el primer hype del año.
Tenemos entre manos algo para archivar entre los Wild Beasts, Seeland y The Teenagers. Y para recordar la originalidad que en su momento despuntó en los Postal Service, antes que todos ellos.
martes, 23 de febrero de 2010
NYC rocks
Mi guía Lonely Planet hablaba de un circuito peatonal por NY llamado East Village Rocks: algo así como un periplo por el costado- memoria rockera de la ciudad. El recorrido prometía pasar por hitos de la cultura rock y aledaños en esa zona del dowtown Manhattan.
Como en tantos otros aspectos, NY es una ciudad que demolió y siguió adelante sin demasiados sentimentalismos. No es como la vieja Europa, con sus exhaustivos cartelitos e iluminaciones artísticas de monumentos. La obra, aquí, es la ciudad misma, en progreso, pero sobre todo, el uso que los ciudadanos hacen de ella. Una ciudad, como todos sabemos, con una historia eminentemente moderna, reciente. Sin pasado monumental ni artístico. El resto, lo que alguna vez fue, lo tiene que imaginar uno mismo. Nadie va a estar allí para indicarlo.
Las viejas cuevas jazzeras, por caso, fueron derribadas o relocalizadas (el único lugar que emana algo parecido a un espíritu jazzero es el Village Vanguard) y otros sitios como el East Filmore están ocupados por sucursales de bancos o delis de comida india. Uno se acostumbra rápido a no encontrar lo que buscaba, pero sobre todo, se hace a la idea de que allá no hay tiempo (nunca lo hubo) de pararse a recordar. "¿Que acá tocó John Coltrane? Si ¿y?".
En el viejo CGBG ahora hay un local de ropa, instrumentos y amplificadores vintage de precios astronómicos, pero con el "encanto" de haber dejado las paredes originales- graffiteadas del legendario club. Motivos financieros llevaron al dueño del local a cerrarlo hace unos años.
El "city walk" sigue por la Joey Ramone Place, aunque allí es poco y nada lo que se respira del espíritu y la velocidad Ramone. El caos de tránsito, oficinas, más deliverys y bares cool hablan de una ciudad que barrió su pasado reciente (pero me pregunto ¿qué es "reciente" para NY? ¿Meses? ¿Apenas un par de años?).
Ahí empecé a pensar que bueno, que es lógico que no queden rastros. ¡Si los jodidos newyorkers vivieron los últimos 60 años codeándose con esos tipos que nosotros idolatramos desde el remoto Cono Sur! Ahí la melancolía empezó a dejar paso a una más sensata resignación.
Una casa donde vivió Madonna, un elegante departamento donde piloteó sus resacas Charlie Parker, inexistentes relocalizaciones de la Factory de Warhol, el edificio de la portada de Physical Graffiti... Más lugares donde no queda ni un espectro.
Todo lo que uno puede imaginar es trabajo propio, una reconstrucción esforzada de un pasado que nunca vimos. Esa elegante indiferencia de NY por su pasado moderno tal vez sea parte (entre otras tantas miles de moléculas idiosincráticas) de su encanto.
Como en tantos otros aspectos, NY es una ciudad que demolió y siguió adelante sin demasiados sentimentalismos. No es como la vieja Europa, con sus exhaustivos cartelitos e iluminaciones artísticas de monumentos. La obra, aquí, es la ciudad misma, en progreso, pero sobre todo, el uso que los ciudadanos hacen de ella. Una ciudad, como todos sabemos, con una historia eminentemente moderna, reciente. Sin pasado monumental ni artístico. El resto, lo que alguna vez fue, lo tiene que imaginar uno mismo. Nadie va a estar allí para indicarlo.
Las viejas cuevas jazzeras, por caso, fueron derribadas o relocalizadas (el único lugar que emana algo parecido a un espíritu jazzero es el Village Vanguard) y otros sitios como el East Filmore están ocupados por sucursales de bancos o delis de comida india. Uno se acostumbra rápido a no encontrar lo que buscaba, pero sobre todo, se hace a la idea de que allá no hay tiempo (nunca lo hubo) de pararse a recordar. "¿Que acá tocó John Coltrane? Si ¿y?".
En el viejo CGBG ahora hay un local de ropa, instrumentos y amplificadores vintage de precios astronómicos, pero con el "encanto" de haber dejado las paredes originales- graffiteadas del legendario club. Motivos financieros llevaron al dueño del local a cerrarlo hace unos años.
El "city walk" sigue por la Joey Ramone Place, aunque allí es poco y nada lo que se respira del espíritu y la velocidad Ramone. El caos de tránsito, oficinas, más deliverys y bares cool hablan de una ciudad que barrió su pasado reciente (pero me pregunto ¿qué es "reciente" para NY? ¿Meses? ¿Apenas un par de años?).
Ahí empecé a pensar que bueno, que es lógico que no queden rastros. ¡Si los jodidos newyorkers vivieron los últimos 60 años codeándose con esos tipos que nosotros idolatramos desde el remoto Cono Sur! Ahí la melancolía empezó a dejar paso a una más sensata resignación.
Una casa donde vivió Madonna, un elegante departamento donde piloteó sus resacas Charlie Parker, inexistentes relocalizaciones de la Factory de Warhol, el edificio de la portada de Physical Graffiti... Más lugares donde no queda ni un espectro.
Todo lo que uno puede imaginar es trabajo propio, una reconstrucción esforzada de un pasado que nunca vimos. Esa elegante indiferencia de NY por su pasado moderno tal vez sea parte (entre otras tantas miles de moléculas idiosincráticas) de su encanto.
lunes, 22 de febrero de 2010
Reviews: Gorilla manor (Local Natives, 2010)
Escuchando a los Local Natives uno va confirmando la sospecha de que mucha de la "avanzada" del rock actual le debe mucho a los Animal Collective y su método deconstructivista.
Por caso, estos chicos oriundos de Silver Lake, Los Angeles, parecen abrevar en elementos similares a los inaugurados por los AC y sucedáneos: pienso en la estela de Grizzly Bear y Yeasayer, por citar sólo algunos ejemplos. Un campo sonoro con mucho trabajo en colores sutiles, en armados vocales, en percusiones diversas. Temas que se van mostrando como fractales. Pequeños motivos temáticos que implosionan.
Y a todo esto, un síntoma de época: la facilidad con la que recurrimos a la cita de influencias (o "parecidos") para tener que hablar de un grupo nuevo. ¿Imposibilidad nuestra como oyentes o falta de una verdadera originalidad? En el clima pastoral de voces de Local Natives- para seguir con el juego de citas- también hay ecos de los Fleet Foxes. Y así podríamos seguir.
Gorilla manor es el primer LP de los americanos. Arranca cohesionado y prolijo pero pronto empieza a acusar cierta dispersión de ideas que no logran mantener un hilo. Como si el grupo hubiera querido meter todo en la coctelera sin dejar nada afuera. A veces menos es más.
Best tracks: Cards and quarters, Wide ayes, Shape shifter
Para ver más: thelocalnatives.com
Por caso, estos chicos oriundos de Silver Lake, Los Angeles, parecen abrevar en elementos similares a los inaugurados por los AC y sucedáneos: pienso en la estela de Grizzly Bear y Yeasayer, por citar sólo algunos ejemplos. Un campo sonoro con mucho trabajo en colores sutiles, en armados vocales, en percusiones diversas. Temas que se van mostrando como fractales. Pequeños motivos temáticos que implosionan.
Y a todo esto, un síntoma de época: la facilidad con la que recurrimos a la cita de influencias (o "parecidos") para tener que hablar de un grupo nuevo. ¿Imposibilidad nuestra como oyentes o falta de una verdadera originalidad? En el clima pastoral de voces de Local Natives- para seguir con el juego de citas- también hay ecos de los Fleet Foxes. Y así podríamos seguir.
Gorilla manor es el primer LP de los americanos. Arranca cohesionado y prolijo pero pronto empieza a acusar cierta dispersión de ideas que no logran mantener un hilo. Como si el grupo hubiera querido meter todo en la coctelera sin dejar nada afuera. A veces menos es más.
Best tracks: Cards and quarters, Wide ayes, Shape shifter
Para ver más: thelocalnatives.com
miércoles, 17 de febrero de 2010
NYC: cuevas, precios, recorridos (parte 2)
La data de música, en New York, está en el dowtown. Más específicamente, en el Village (East, Greenwich) con epicentro en Bleecker St y alrededores. Allí, en un radio de 15, 20 cuadras (no más) están todas las disquerías para el deleite del melómano. Lo ideal, creo, es concentrarse en esa zona y no perder tiempo buscando disquerías en otro lugar de la ciudad.
1. Un buen paseo puede comenzar por Generation Records, en 210 Thompson st, a metros de Washington Place (la plaza donde solían juntarse Dylan y otros trovadores y poetas en los tempranos 60´s). Hoy, el parque alberga mayormente a paseadores de perros y alumnos de la NY University. Un lugar claro y soleado de día y peculiar y surrealista de noche. Thompson St es una calle realmente pintoresca del Greenwich, con tiendas de ajedrez, tarotistas y peluquerías. Generation posee un piso dedicado a cds y vinilos nuevos y un subsuelo especializado en usados, posters y remeras, donde también suelen tocar grupos. Acá, con tiempo, se puede revisar toda una pared de vinilos en ocasión (u$s 1 y alrededores). En las ofertas de cds también aparecen cosas interesantes. La atención es correcta, seca y de pocas palabras. ¡Como debe ser!
2. A tres cuadras de allí, en 118 west 3rd st nos encontramos con una auténtica cueva para los amantes del vinilo. Bleeckers´s Bob, con su piso de madera y sus carteles indicadores para encontrar los artistas escritos a mano, con marcador, es un auténtico anacronismo. Ahí parece que la posmodernidad no llegó aún. Salvo una pequeña pared de cds, todo el local está dedicado a los 33 rpm. Hay, literalmente, de todo (encontré etiquetas como “obscure 60´s female vocalists” y demás delicias). Los vinilos oscilan entre los 10 y 15 dólares, aunque claro, hay joyas invaluables dando vueltas en todos los estantes. Primeras ediciones, vinilos con posters, etc, con precios más altos. Si te tiran los vinilos, éste es el lugar. Bonus: en la vereda suelen poner unas bateas con ofertas imperdibles (lps a u$s 2 con new wave, soul o country). Imposible no revisar.
3. Bleecker Records, en 239 Bleeecker St, tiene cds nuevos (todas las novedades, en un promedio de 15-18 u$s) y usados, con buenas oportunidades entre 6 y 9 u$s. Los usados ocupan toda una pared y los encontrás por orden alfabético, lo que facilita la búsqueda. Un dato: lo mejor, en todas las disquerías, es llevarse un listado de cosas que uno busca. Son tantos los discos que tienen (en TODAS) que de otro modo te perdés. Bleecker tiene un sótano con más discos y posters, pero no alcancé a bajar. En resumen: muy buenas ofertas y buen lugar para encontrar novedades, aunque para mí le le falta clima de "cueva".
4. En el corazón del West Village (muy cerca del edificio de exteriores donde se filmaba “Friends”) encontramos uno de los más encantadores sucuchos: Rebel Rebel Records (319 Bleecker st). Unos caballetes con cajas de cds nos reciben ahí mismo en la vereda, con discos a 4 y 5 dólares. Adentro, nos encontramos con un auténtico clima, olor y ambiente de cueva melómana. El espacio es chico, así que conviene dejar bolsos y abrigos al cuidado del dueño, un sujeto canoso y de mirada tranquila que inspira confianza (sabe muy bien qué clase de disquería tiene).
En Rebel Rebel hay discos nuevos, o sea que los precios están alrededor de los 15- 17 dólares, pero también se encuentran ocasiones como las de la vereda. Si uno pide, por ejemplo, "Belle and Sebastian", el tipo va atrás y te trae una cajita con todos los discos del grupo. Hay vinilos nuevos (reediciones) y el espacio reducido hace que la disquería sea más asequible que las demás. Se la puede “abarcar” en un rato, digamos. Excelente y acogedora. Una de las favoritas del viaje.
5. Bajando hacia el East Village (en el medio hacemos el circuito “rockero” de la ciudad, incluido el Joey Ramone Place y el ex CBGB) encontramos Kim´s video and music (124 First Ave). Una disquería bien hi tech y atendida por chicos cool que podríamos encontrar tranquilamente en tiendas de Palermo SOHO, en Buenos Aires. Lo que le quita un poco de espíritu melómano al asunto es que tienen un extenso sector dedicado a DVDS (¿a qué melómano le interesan las series de TV y las temporadas completas de lo que sea?). Pero la parte de discos es muy buena, con un importante catálogo incluidas novedades y clásicos. También es muy buena la breve pero jugosa sección de ofertas, con discos de 6 dólares y alrededores.
6. Para el final, dejo uno de los reductos más peculiares que me tocó conocer. A metros de Kim´s, se encuentra Rainbow Music. Un lugar, como mínimo, surrealista. Ni bien se entra en el local, uno encuentra el paso flanqueado por cientos de cds, literalmente amontonados unos sobre otros, en decenas de pilas que no terminan nunca. ¡Son las auténticas Tower Records! Cuando uno se está preguntando “como voy a hacer para ver todo esto” aparece- de la nada, en un hueco entre las pilas de cds- un viejito que te pregunta si te puede ayudar en algo. Ante nuestro descreimiento, el señor la tiene muy clara y sabe lo que uno le está preguntando, aunque se trate de grupos raros y retorcidos. Qué loco que es NY. Alberga personajes como este señor, que te puede recomendar el mejor disco de Beastie Boys o conocer a los Legendary Pink Dots.
domingo, 14 de febrero de 2010
NY: The heart of the saturday night
Pensando en ese disco de Tom Waits, esta noche recorrimos la locura que es el sábado a la noche en el downtown NY.
Se suma el hecho que es un fin de semana especial: mañana es el Valentine´s day y acá se desata una fiebre consumista peor que la de costumbre. Vimos llegar gente con bolsos y valijas en todas las estaciones de subte para pasar el fin de semana aquí. También mañana serán los festejos del Año Nuevo Chino en el colorido Chinatown.
Así que la ciudad hoy era un hervidero de bares, mega tiendas de ropa con chicas corriendo de un lado a otro con media docena de bolsas y gritando en sus celulares; peluquerías abarrotadas en Chinatown e incontable cantidad de restaurantes de todas las etnias posibles, llenos de chicos y chicas tomando sus tragos o comiendo, precalentando para seguir la noche en otra parte.
La sobreoferta es cosa seria. Yo no hubiera sabido qué bar elegir (ahí estarían los amigos para sugerir que tomemos algo en todos los que podamos, por supuesto).
En una tienda de ropa de Broadway onda Cristóbal Colón, sonaba algo que se parecía a los MGMT pero no eran ellos. Cuando le pregunté al chico oriental de gafas cool que atendía me dijo que eran los Black Kids. No los conozco, así que los googleé y me salió que son un grupo de Florida que ya están preparando su segundo álbum. Me parecieron pop y energizantes. O quizás mi cabeza ya esté sensibilizada por el pop de shopping que suena en todos los centros comerciales de NY.
Cuando cayó la noche encontramos restaurante barato en el barrio chino y por supuesto, mentalmente tarareamos la inolvidable canción de Luna que abre su mejor álbum, "Penthouse", al cruzar las luces y la sobreexcitación sensorial y multicolor de Chinatown.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Soundtrack de hoy: Pretzel logic (1974)
Elegancia en la gran ciudad.
En alguna página leo que Donald Fagen una vez pasó por un café de New York y lo escuchó tocar la guitarra a Walter Becker. Así nació Steely Dan.
En alguna página leo que Donald Fagen una vez pasó por un café de New York y lo escuchó tocar la guitarra a Walter Becker. Así nació Steely Dan.
Así que de vuelta al hotel (en esta tarde de invierno en que tuvimos una NY cubierta de nieve) suena esta maravilla del buen gusto grabada por el dúo en 1974.
martes, 9 de febrero de 2010
Soundtrack de hoy: The freewheelin´Bob Dylan (1963)
From NY.
Mientras nos preparamos para nuestro paseo de hoy por el Village. Y con un frío parecido al de Bobby en la tapa!
The answer, my friend, is blowin´in the wind.
Mientras nos preparamos para nuestro paseo de hoy por el Village. Y con un frío parecido al de Bobby en la tapa!
The answer, my friend, is blowin´in the wind.
lunes, 1 de febrero de 2010
Soundtrack de hoy: Rain tree crow (1991)
De alguna manera, el proyecto Rain Tree Crow podría entenderse como una reencarnación fugaz de Japan, aquel grupo arquetípico del synth pop de comienzos de los 80´s.
Y es que- a excepción de Rob Dean- aquí están todos los miembros de aquella icónica agrupación.
Con David Sylvian a la cabeza, Rain Tree Crow grabó un único álbum en diversas sesiones entre 1989 y 1990. El disco homónimo delinea un paisaje árido y cálido a la vez. Un escenario dominado por improvisaciones free jazz, climas espectrales y la siempre mágica voz de Sylvian como color dominante.
Pariente de otro disco ya reseñado en Ultravivido (el fantástico Snow borne sorrow, de Nine Horses), Rain Tree Crow propone un viaje que por momentos bordea el silencio y anticipa la sensibilidad del David Sylvian maduro, el de discos difíciles y casi al borde de lo ambiental como Blemish o Manafon.
De cualquier manera, se trata de un disco único, pensando y ejecutado según sus propias reglas musicales. Y eso de por sí constituye un objeto de interés para melómanos.
Ver también:
* David Sylvian, Blemish
* Nine Horses, Snow borne sorrow
* Mark Hollis, Mark Hollis
Y es que- a excepción de Rob Dean- aquí están todos los miembros de aquella icónica agrupación.
Con David Sylvian a la cabeza, Rain Tree Crow grabó un único álbum en diversas sesiones entre 1989 y 1990. El disco homónimo delinea un paisaje árido y cálido a la vez. Un escenario dominado por improvisaciones free jazz, climas espectrales y la siempre mágica voz de Sylvian como color dominante.
Pariente de otro disco ya reseñado en Ultravivido (el fantástico Snow borne sorrow, de Nine Horses), Rain Tree Crow propone un viaje que por momentos bordea el silencio y anticipa la sensibilidad del David Sylvian maduro, el de discos difíciles y casi al borde de lo ambiental como Blemish o Manafon.
De cualquier manera, se trata de un disco único, pensando y ejecutado según sus propias reglas musicales. Y eso de por sí constituye un objeto de interés para melómanos.
Ver también:
* David Sylvian, Blemish
* Nine Horses, Snow borne sorrow
* Mark Hollis, Mark Hollis
Soundtrack de hoy: B´Boom (1995)
Una máquina demencial.
Una combustión filosa (y potencialmente siempre en peligro).
Un motor de alta gama que -sin embargo- en cualquier momento puede desbocarse.
Un universo de música en sí mismo, que sigue sus propias reglas. Algo que- por todo eso e independientemente de las etiquetas de estilo- es parte intrínseca de la cultura rock.
Todo esto y más puede decirse del doble trío con el que Robert Fripp hizo renacer al monstruo King Crimson en los 90´s. Una formación que incluía al propio Fripp y Adrian Belew en guitarras, Tony Levin y Trey Gunn en bajos y stick y Bill Bruford y Pat Mastelotto en batería y percusiones.
B´Boom es algo así como un "bootleg oficial" de los conciertos que Crimson dio en Argentina como presentación del ep Vrooom (1994). El bootleg- distribuido en dos cds- recoge actuaciones en el Teatro Broadway y en la ciudad de Córdoba. 19 temas que constituyen un viaje en sí mismo.
Momentos bestiales favoritos:
* la afilada versión de Frame by frame;
* el reposo mántrico de One time;
* la aceleración que sufre Red (como pasando por alto el trámite, restándole peso al riff y potenciando el vértigo);
* la tensión que logran en Sleepless;
* el cierre casi pop de Heartbeat
* y por último, la belleza de vaivén sonoro de Matte Kudasai.
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