Cada vez que estuve triste, cada vez que me sentí mal o angustiado, David Sylvian vino en mi ayuda con su música curativa. Con su voz sanadora "contra todos los males de este mundo".
"Dead bees on a cake" fue el quinto disco de estudio de David, editado en 1999. Como siempre, aquí vuelve a estar rodeado de colaboradores habituales y músicos de sensibilidad comprobada, desde Ryuichi Sakamoto hasta Bill Frissell, pasando por Marc Ribot y Steve Jansen.
"Dead bees on a cake" fue el quinto disco de estudio de David, editado en 1999. Como siempre, aquí vuelve a estar rodeado de colaboradores habituales y músicos de sensibilidad comprobada, desde Ryuichi Sakamoto hasta Bill Frissell, pasando por Marc Ribot y Steve Jansen.
El resultado es otro de esos discos estilizados y paisajísticos del ex Japan, con varios momentos notables, aún a pesar de ciertos resbalones New Age. Por empezar tenemos el ritmo suave, casi mántrico de "I surrender": más de 9 minutos que sin embargo, nunca se harán largos. Observen qué bellas líneas iniciales: "I opened up the pathway of the heart/ The flowers died embittered from the start/ That night I crossed the bridge of sighs and I surrendered/ I looked back and glimpsed the outline of a boy/ His life of sorrows now collapsing into joy". Como sucede con los mejores momentos de Sylvian, quisiéramos quedarnos mecidos dentro de esta música para siempre.
El blues "Midnight sun" y "Good man" suenan más cercanos en atmósfera a "The first day" (el disco en colaboración con Robert Fripp) y "Thalhiem" logra una flotación ininterrumpida: otra de esas para quedarse colgado un buen rato. Los intereses místicos y religiosos de Sylvian tiñen "Krishna blue" y la bellísima "Praise", antes de ese paseo por la elegancia del Viejo Continente de "Cafe Europa".
"Dead bees on a cake" es otro de los buenos discos que hay que escuchar de David Sylvian. Un viaje espiritual, en su limbo entre el jazz, el Ambient y un incipiente Trip Hop, por supuesto, made in Sylvian.
El blues "Midnight sun" y "Good man" suenan más cercanos en atmósfera a "The first day" (el disco en colaboración con Robert Fripp) y "Thalhiem" logra una flotación ininterrumpida: otra de esas para quedarse colgado un buen rato. Los intereses místicos y religiosos de Sylvian tiñen "Krishna blue" y la bellísima "Praise", antes de ese paseo por la elegancia del Viejo Continente de "Cafe Europa".
"Dead bees on a cake" es otro de los buenos discos que hay que escuchar de David Sylvian. Un viaje espiritual, en su limbo entre el jazz, el Ambient y un incipiente Trip Hop, por supuesto, made in Sylvian.
David Sylvian- discografía cercana
Damage: live (1994)- Dead bees on a cake (1999)- Approaching silence (1999).
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